La organización HazteOir denuncia lo que entiende como una oleada de ataques a los valores de Occidente en todo el mundo, pero ahora especialmente en Hispanoamérica. Así y según International Human Rights “parece que los ataques a la libertad religiosa se han convertido en una moda”. Y enumera concretamente estos hechos. En Chile se han quemado iglesias y se han vandalizado templos. En Nicaragua el mismo gobierno ha impedido acceder a los servicios religiosos. En México, las feministas radicales han invadido templos e iglesias. Además, el de sacerdote es uno de los oficios de mayor riesgo en el país. Han asesinado 27 en 7 años. En Argentina las llamadas Mujeres Autoconvocadas han atacado la catedral en La Plata y quemado imágenes del papa Francisco. En Colombia la izquierda radical ha tratado de arremeter contra los templos.
El primero de los países citados, Chile, está siendo utilizado como el conejillo de indias austral para destruir un sistema que se ha revelado como próspero en Iberoamérica para así “destruir lo que conocemos como sociedad occidental” o “deconstruir la cultura occidental”, según detalla la periodista conservadora Vanessa Vallejo en una columna en el PanAm Post.
A través de la violencia, -incluido el incendiar iglesias-, los terroristas quieren cambiar el sistema.
El ya fallecido sacerdote Juan Claudio Sanahuja denuncia que la ideología de ‘género’ se ha convertido en la principal enemiga del orden natural y, por tanto, del cristianismo. “El plan de ingeniería social impuesto por las Naciones Unidas y otros organismos internacionales, que se desarrolla sin pausa, tiene como objetivo imponer esa ideología a cualquier precio en las legislaciones nacionales: el nuevo derecho fundado en el género constituye una amenaza para toda nuestra civilización”.
La destrucción de los valores de occidente, de la Iglesia -como barrera de contención- y de la familia, según los postulados bien implantados ya en España a través de leyes al dictado de los grupos LGTBI pasa por deglutir poco a poco estos valores hasta la más extrema aberración, como, por ejemplo, la aceptación de la pedofilia, legitimada por feministas radicales como Firestone, Millet, etc.
Destaca el politólogo argentino Agustín Laje que la propia Simone de Beauvoir, cuatro meses antes del surgimiento del Frente de Liberación de los Pedófilos en Francia, firmaba un artículo pagado en el diario ‘Le Monde’ en favor de la libertad de tres pedófilos que estaban compareciendo ante la justicia por mantener relaciones sexuales con niños y producir pornografía infantil: “Tres años de prisión por unas caricias y unos besos, ¡ya basta!”.
De hecho, Laje explica que las teóricas feministas también reivindican el incesto y cita a Shulamith Firestone, quien recomienda que para que los niños no crezcan reprimidos sexualmente, sean los padres quienes los inicien en la vida sexual. De hecho, sostiene Laje, la feminista radical recomienda que la primera felación del niño sea practicada por su propia madre.
“En efecto, no hay forma más efectiva de destruir la cultura y la familia que haciendo de la pedofilia y del incesto conductas apropiadas”, dice el escritor.
La familia tradicional debe desaparecer, la monogamia es una atadura y los hijos no deben ser de los padres sino del Estado (adoctrinamiento de menores que denuncia constantemente HazteOír).
Y por supuesto la religión es un impedimento para la consecución de todo esto y no seduce (mola) nada a nuestros jóvenes que se les hable de los valores de occidente, de una educación en valores.