“Hoy es más fácil engañar, pero también hay más herramientas para detectar el engaño” - El Sol Digital
“Hoy es más fácil engañar, pero también hay más herramientas para detectar el engaño”Javier Cebreros

“Hoy es más fácil engañar, pero también hay más herramientas para detectar el engaño”

Javier Cebreros, fotógrafo por pasión

Conversaciones de El Sol Digital (LV)

Vicente Almenara.- Javier Cebreros es un hombre tranquilo, pausado y silencioso, al menos en apariencia, y quizá por esto pueda contener la respiración cuando aprieta el disparador de su cámara. Porque la fotografía es su pasión. Hace mucho hincapié en el respeto, en la ética, en la intimidad de las personas… es decir, que no va por ahí con la cámara en bandolera como un forajido con su rifle en el Oeste americano, no.

Javier trabaja en el sector de la salud y ha expuesto y hace trabajos fotográficos pero no es la profesión que le da de comer, quizá por esto goce y sueñe más.

 

Compagina la fotografía con su trabajo, ¿nunca se ha propuesto dedicarse profesionalmente a la fotografía?

Es una pasión. Para que sea algo que realmente te llene la vida tiene que ser algo que te apasione. No concibo ningún fotógrafo, o la fotografía, como una obligación. Un fotógrafo que trabaja en un periódico, hace bodas o simplemente es un freelance debe ser un apasionado de este arte.

 

¿Cuáles fueron sus primeros pasos en este oficio?

La persona que más me ha influido ha sido mi padre. Él pintaba, modelaba, dibujaba… siempre ha sido un apasionado del arte y me decía “Javier pinta”. A ninguno de mis hermanos se lo decía, yo era el más chico y estaba más pegado a él. En mi casa siempre he olido a esencia de trementina y eso influye. Mi padre me dio algunas nociones y empecé a garabatear y hacer cositas, en mi casa, la de mis hermanos y en la de mi madre hay algo colgado, mi padre falleció. Yo le decía “papá, quiero hacer fotografías”, pues siempre he sido muy ‘fuguilla’ y un cuadro tiene su proceso, claro. Mi padre me decía que la fotografía era algo muy caro y yo le decía que era más rápido. Empecé con una camarita de plástico y le hacía fotos hasta a las latas. La fotografía ha ido evolucionando hasta hoy y con un móvil puedes hacer la portada de un periódico. Esos fueron mis comienzos, mi padre me inculcó con mucho cariño y amor lo que él transmitía y sentía a través de la escultura y la pintura.

 

¿Qué ha hecho en todo este tiempo desde que se inició en la fotografía?

Ahora ya no se revela y la producción es más grande, eso ha ido en detrimento de esa esencia que había antes. En estos últimos años he llegado a hacer exposiciones. Me gustan mucho los retratos y la fotografía femenina desde el respeto. La fotografía debe despertar algo en las personas y eso es lo que procuro conseguir. Muchas veces hay que compartir con la persona que tú fotografías lo que estás sintiendo. En estos últimos años he estado haciendo cosas muy dispares, desde moda a colaborar con el Obispado. También colaboré con La Opinión de Málaga en Semana Santa y me he aficionado a ese tipo de fotografía, pero no desde el punto de vista del capillita sino en la piel del japonés que viene a Málaga y tiene ese sentimiento de curiosidad. Siempre hay situaciones distintas cada vez que vives algo. Me gusta mucho la calle, las personas, fotografiar en los viajes. Hace poco estuve en Burkina Faso y hay fotografías que no puedo mostrar y me quedaré para mí porque revelan momentos íntimos de la vida de personas. Tengo el proyecto de mostrar esa realidad, ya que salir de tu zona de confort y meterte en otro lugar es eso. Hace poco estuve yendo a barrios marginales de aquí de Málaga a fotografiar, no llegó a plasmarse en forma de exposición pero no descarto en un futuro hacerlo, al igual que con Burkina Faso. La fotografía hay que mostrarla porque es una manera de contar historias.

fotografía
En Semana Santa trabajando

¿Viaja con un equipo determinado o depende de la ocasión?

Ahora acabo de subir a Instagram una foto hecha y retocada con el móvil. En ocasiones es el teléfono o una cámara compacta que tengo. Esto es como un fontanero, cada trabajo requiere una herramienta. Me siento muy cómodo con la compacta porque no llama la atención y puede hacer fotografía de calle. Para una boda a veces llevo dos cámaras. Me gustan mucho los objetivos fijos porque son muy luminosos para retratos

 

¿Qué piensa de Photoshop?

No me gusta y no lo uso. Me enseñaron a usarlo, pero no es fotografía. Soy de los que busca la espontaneidad y dentro de esto buscó lo más fresco. Hay verdaderos artistas de Photoshop, pero yo no lo uso. Ahora hay polémicas con tanto retoque. Hoy es más fácil engañar, pero también hay más herramientas para detectar el engaño. A Pilar [Pilar Rangel, su esposa] y a mí nos ocurrió una anécdota en el aeropuerto de Casablanca. No sé lo que hizo Pilar que disparó una foto de un panel y la colgó. Unos amigos suyos le dijeron que estaba en tal sitio a tal hora, leyeron la foto por detrás.

 

¿Cuál es su mezcla entre técnica y arte?

A mí, el traje de artista me queda muy grande, eso te lo tienen que poner los demás. Ciertamente, creo que la fotografía tiene que estar en la cabeza, cuando vas a hacer una fotografía tienes que verla antes de hacerla. Creo que los tiros van por ahí. El traje de artista que se lo pongan otros. La fotografía es un arte, pero para que el fotógrafo sea artista debe saber que esto es una disciplina. Tienes que olvidarte de la cámara de 3.000 euros que llevas colgada y centrarte en lo que quieres hacer.

 

¿Le gusta la orientación de la fotografía como denuncia?

Sí, claro. La foto de prensa me encanta, creo que para el periodismo es importante, porque sin esa imagen tú no puedes transmitir nada. ¿Cuántas reacciones causó la foto de aquel niño muerto en una playa?

 

¿Se llega a hacer demagogia con la fotografía?

Se interpreta la fotografía. El verdadero mensaje de la fotografía está en la persona que la hace. Después está la interpretación. Hay que tener en cuenta que hay que saber bajar la cámara. En Malí estuvimos en una aldea donde había una misión de los monjes blancos. Recuerdo que uno de ellos me quiso enseñar el dispensario de salud y llegamos a una estancia donde me pidió que no hiciera fotos porque había niños muriéndose de malaria. Fotografié la cara más amable, que es cuando una persona se recupera de la malaria. Eché mano de la ética e hice caso. Si te dicen que no hagas fotos, no las hagas. Yo no sé qué hubiese hecho en la situación del fotógrafo que hizo la foto del niño con el buitre de fondo.

¿Destaca el fotógrafo español en el panorama internacional?

Hay muy buenos artistas. Con la herramienta de Instagram estoy descubriendo verdaderos artistas españoles en todos los campos. En España a veces tenemos el complejo de que lo de fuera es mejor, pero tenemos gente que ha perdido su juventud en zonas de conflicto donde le han podido pegar un tiro y eso merece mi mayor respeto.

¿Hemos perdido en el cambio de blanco y negro al color?

A mí me gusta mucho el blanco y negro y cada vez se ven más fotos en blanco y negro, ya que es algo que no se puede olvidar. Se está volviendo a procesar fotos en blanco y negro. Cada vez hay menos laboratorios. No podemos olvidarnos de la esencia del carrete y su frescura. Vi una exposición en La Térmica del fotógrafo que hizo la foto del Che Guevara, Alberto Korda, y era una maravilla cómo se respetaba al compañero de al lado y al personaje que estabas retratando.

 

¿Cree que se respeta al fotógrafo en las redacciones? ¿Ha tenido momentos mejores?

Sí, por culpa de la tecnología. Con un móvil de gama media puedes hacer una portada de un periódico. Creo que llegará un tiempo en el que volvamos a lo retro, a lo vintage. Se está llegando a una asfixia de la inmediatez. ¿Por qué se hace viral un vídeo o un tweet en pocos minutos? Hay gente que está intoxicada de tanta tecnología. Deberíamos volver a los orígenes. En Bamako conocimos al hijo de Malick Sidibé, que fue de los mejores fotógrafos de África retratando la vida cotidiana, un estilo Pepe Ponce. Ese hombre hacía fotos y las revelaba en blanco y negro en un estudio de dos metros cuadrados con polvo y tierra. Me hice una foto con su hijo. Tiene que ser una mezcla de todo. Hubo un movimiento en Málaga que abrazaba tanto las tradiciones como la modernidad. ¿Por qué no escuchar flamenco en un sitio lleno de luces de neón?

 

¿Por qué las instituciones públicas no consideran a la fotografía mayor de edad?

Se están abriendo vías. La Térmica apuesta por ello. A mí nunca me han puesto zancadillas en ese sentido y he podido exponer en lugares como el Ayuntamiento. Deberían hacerse descansos de pintura, por ejemplo, y pasar por la fotografía.

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