La convocatoria de elecciones generales en estas fechas ha sido un error. Y no me refiero a un error político, que en eso no me meto. Es una equivocación porque atenta contra el espíritu navideño en el que se supone que las gentes son especialmente cordiales, amables, solidarias, generosas y tienen más amor al prójimo que el resto del año. Y sucede todo lo contrario. Las diferencias políticas hacen menudear las diferencias y las discusiones en los bares, en las tertulias privadas, televisivas o radiofónicas y en otros foros de debate. Y no digamos en los mítines o en actos semejantes. La campaña ha tensado los ánimos y no solo los candidatos, sino que casi todo el mundo está más agresivo y poco propicio al entendimiento. Los políticos se pelean entre ellos como gallos en corral y eso repercute en los ciudadanos. Hasta llegan los candidatos a insultarse gravemente, como en el último debate los de las formaciones con más diputados, y como consecuencia lo hacen sus seguidores respectivos. Esperamos que, tras el 20, en que aún queda algún tiempo para celebrar las fiestas, se recupere el espíritu navideño y con él la paz y la concordia entre nuestros paisanos.
Richerdios.