¿Orgullo o Intolerancia? Carlos Ramirez. Abogado - El Sol Digital

¿Orgullo o Intolerancia? Carlos Ramirez. Abogado

La ciudad alemana de Hamburgo instaló en septiembre del año 2015 semáforos para peatones con motivos homosexuales, como señal de apertura y tolerancia con las parejas del mismo sexo. La política del partido Los Verdes apuntó que la ciudad del norte de Alemania se inspiró en Viena, que instaló semáforos con parejas del mismo sexo con motivo del festival de música Eurovisión ese año. En el caso de Hamburgo, las nuevas figuras se colocaron por los desfiles que comienzan a fines de julio y en los que gays y lesbianas reivindican sus derechos. También en Múnich se colocaron semáforos similares para unirse simbólicamente a la celebración del llamado Christopher Day.

En España, el sábado, día 1 de julio, fue un día muy especial para la medallista paralímpica Gema Hassen-Bey. Era su cumpleaños y participaba en la primera Carrera por la Diversidad con motivo del World Pride 2017. Además, luego iba a desfilar con la carroza de la LGTBIPol de policías y guardias civiles. Todo discurrió con normalidad hasta que, sobre las dos de la madrugada, fue a recoger su bicicleta. ¡No estaba!

Fuera del baile de cifras de la concurrencia a la fiesta/carnaval, y la voracidad de muchos en salir en fotos para el recuerdo, la organización dejo grandes lagunas de limpieza para una ciudad que es Capital Europea y Capital Mundial por su oferta multicultural. Sin embargo, lo peor no fue eso sino las ofensas a la mayoría de la sociedad. Decenas de actos incívicos, como drogarse, orines en estatuas que representan a Héroes del 2 de Mayo, insultos a los católicos vestidos de monjas, curas, vírgenes y Cristos… La aberración se permite para no ser aún más ofendidos. La pasividad y la táctica del avestruz es la llave maestra de la mayoría de los ofendidos. ¿Cuál es la opinión del colectivo LGTB de su colectivo en países musulmanes?, el silencio, eso se llama valor.

Es necesario recordar que, en España, la oposición a la legalización del matrimonio homosexual fue relativamente débil, centrada casi exclusivamente en el (fracasado) recurso al Tribunal Constitucional interpuesto por el PP, no como una expresión del menosprecio a los derechos de las minorías sexuales, sino como algo contra natura al matrimonio.

En el año 2013, Francia había sido el décimo cuarto país en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo en el mundo. Los opositores, la derecha política y la Iglesia católica, se han movilizado repetidamente en la calle. Hubo tres circunstancias que pueden ayudar a entender por qué el mismo bocado ha causado una enorme indigestión en Francia. La existencia de una activa e institucionalmente reconocida extrema derecha ofrece puntos de acceso a la agenda política a los argumentos que desafían convencionalismos basados en la corrección política; más aún, la legitimación parlamentaria proporciona incentivos para la movilización en la calle de votantes y simpatizantes de extrema-derecha. En Francia existe espacio público para representaciones públicas de la diferencia sexual en términos moralmente muy negativos. Este tipo de fracturas en la representación pública de los problemas genera incentivos para la movilización y la oposición activa a los avances en territorio de políticas morales que dificultan el acuerdo y promueven las conocidas como ‘guerras culturales’.
En segundo lugar, en Francia el movimiento de lesbianas y gays no se ha mostrado tan sólidamente unido en la defensa de la necesidad del matrimonio como ocurrió, y sigue ocurriendo, en España. Y, finalmente, el debate nacional es un debate cultural, sobre qué comunidad se quiere crear y, también, hacia donde se ha de dirigir. Una es una Francia plural, abierta a la diferencia sexual, a la inmigración; la otra es una Francia más cerrada, celosa de su identidad, temerosa de lo que está pasando. Así, la radical transformación del matrimonio civil, que es obligatorio en todo caso, despierta el debate eterno sobre la identidad de lo francés, y sobre la capacidad real de cualquier comunidad política para asumir que las diferencias entre las personas no han de tener ninguna expresión en el ámbito de lo público y lo político.

En Alemania, algunos denominados “expertos” afirman que el 8 por ciento de los hombres en Alemania son homosexuales y entre un 3 por ciento y un 5 por ciento de las mujeres, lesbianas. Después de constatar la tendencia sexual de los habitantes de Berlín y Colonia, las dos ciudades más famosas del país a causa de su tolerancia, el semanario llegó a la conclusión de que la población homosexual había abandonado los armarios hace ya décadas y había escalado posiciones en la conservadora sociedad germana.
La semana pasada el Parlamento alemán aprobó por mayoría la legalización del matrimonio entre homosexuales. Sin embargo, otros países como Rumania, Bulgaria, Polonia, tales pronunciamientos son inadmisibles en sociedades con profundas convicciones religiosas o con valores culturales alejados de lo que consideran depravaciones humanas.

Hasta junio de 2017, veinte países, la mayoría de ellos ubicados en América y Europa, reconocen el matrimonio entre personas del mismo sexo a nivel nacional. Igualmente, 72 países y cuatro jurisdicciones subnacionales tienen leyes que penalizan la homosexualidad, la mayoría de ellos se encuentran en África y Asia. Además, en 13 Estados se prevén la pena de muerte para estas conductas. En Brunéi está pendiente de implantarse. En definitiva, todos son estados en donde se aplica la ley islámica (Sharia).

En conclusión, la libertad de cada ciudadano no debe estar sometida a la provocación y al escándalo continuo.  Las personas homosexuales deben ser acogidas con respeto siempre, pero no se puede equiparar sus uniones legales con el matrimonio, pues “no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia”. Es inaceptable que las iglesias sufran presiones en esta materia y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan el “matrimonio” entre personas del mismo sexo”. Toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con amabilidad evitando toda forma de agresión y violencia.

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