“Vivimos sobre un barril de pólvora y no somos conscientes de ello” - El Sol Digital
“Vivimos sobre un barril de pólvora y no somos conscientes de ello”

“Vivimos sobre un barril de pólvora y no somos conscientes de ello”

La Tertulia del Congreso de Málaga reúne a varios policías para hablar de los suicidios profesionales y del empleo de la fuerza en su trato con los delincuentes

Vicente Almenara.- Según una estadística, se han producido 140 muertos en un periodo de cuatro años. Sin embargo, las estadísticas nunca son fidedignas del todo. Seguro que la cifra es mayor porque al Estado no le interesa que la sociedad sepa que los miembros de sus Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado se quitan la vida por unas razones u otras.

En esta nueva edición de la Tertulia del Congreso de Málaga, acudieron expertos y representantes policiales que contaron sus experiencias y aportaron su punto de vista sobre esta lacra social. Entre los asistentes se encontraba la secretaria general de Málaga del Sindicato Unificado de la Policía Nacional (SUP) Mariló Valencia; el fundador de la Plataforma ZERO Suicidio Policial, Casimiro Villegas; el policía local y escritor, Antonio Trujillo, y el agente de Policía Local en Fuengirola, Mariano Vicente Romero.

Durante los dos últimos años, han muerto más policías por suicidios que por intervención operativa, un dato que sirvió para abrir el debate. Síntoma, según los presentes, de que algo raro está ocurriendo en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.  Los invitados expusieron que, realmente, no hay una sola causa pues se da una combinación peligrosa de estrés laboral y problemas familiares importantes. Y cuando todo eso se mezcla, y no se detecta a tiempo, “puede derivar en algo más grave”. “Y todos sabemos que tienen a mano algo de lo que el resto de los ciudadanos carece, un arma”, explicó Mariló Valencia.

No existe una zona geográfica con más o menos suicidios, lo que sí sucede es que conforme la sociedad ha ido cambiando, sus miembros han ido volviéndose más individualistas y cerrados, lo que entorpece cualquier alerta. Pero no todos los cuerpos son iguales, pues la Guardia Civil es el único con un protocolo para el suicidio.

Valencia desveló en primicia que se había anunciado un borrador de actuación que permitiría crear un gabinete de doce psicólogos para la Policía Nacional. Y recordó la escasez de medios, en este sentido, con “una sola psicóloga para toda la demarcación de Andalucía Oriental que incluía nada menos que a 3.000 agentes”.

Dentro de Andalucía, Málaga es la provincia con el mayor número de bajas psicológicas, lo que debe interpretarse como que algo especial ocurre.

Los expertos señalaron que cuando los agentes presencian algún hecho dramático, no disponen de la atención psicológica necesaria. De este modo, han de recurrir a la atención psicológica privada. “Solemos decir que nos llevamos los peores cinco minutos de cada familia durante ocho horas. Luego llegas a casa y te encuentras con tu propio drama”, señaló la secretaria del SUP.  Lo más descorazonador de esta situación es que “no se  dispone de los mecanismos necesarios ni estamos aleccionados en psicología”.

Uno de los contertulios criticó la falta de cultura policial y mecanismos de ayuda. Advirtió que “falta estudio y no se ha tratado la profesión con la dignidad que se merece”. En este sentido, defendió la universalidad de una profesión que equiparó a la de un militar, un médico o un bombero. “Profesiones donde las personas se juegan la vida diariamente y están sometidas a una gran carga de estrés”. También se quejó de que policías locales, nacionales, así como la Guardia Civil salgan de las academias sin la más mínima idea de autoprotección emocional. Una formación que “deben tener para saber qué es el estrés y como gestionarlo”. En su opinión, los casos de suicidio se agravan por esa carencia formativa. No en vano recordó que en España no hay una especialidad en psicología y psiquiatría que trate las profesiones de riesgo.

Otro problema añadido es la entrega de competencias a las policías locales y autonómicas y la dispersión de fuerzas policías con 2.000 cuerpos de policía locales, “auténticos reinos taifas sin coordinación en esta materia, y un auténtico dislate”, aseguró en el debate otro de los expertos.

Plataforma Zero Suicidios

El milagro de la Plataforma Zero Suicidios se ha basado, declaró Casimiro Villegas, en que han centralizado todo el trabajo y “tenemos asociados a unos trescientos miembros de policías de distintos territorios”.  “La forma más habitual de suicidio”, explicó, “es el disparo con el arma reglamentaria, en los vestuarios si es la escala básica, y en sus propios despachos si hablamos de la escala técnica”. “El problema”, apuntó, “ocurre cuando el juez se apresura en dictaminar el suicidio cerrando el expediente”. Como resultado, “nadie sabe si se ha producido moving, acoso, inducción al suicidio, etc”.

La Plataforma Zero Suicidios puso sobre la mesa los últimos datos entre los miembros y fuerzas de Seguridad del Estado. En 2016, se registraron 28 casos, en 2017 un total de 46; casi la treintena el pasado año y unos 26 suicidios en lo que va de 2019. “Es lo mínimo que hemos podido recabar sin datos oficiales. Es una auténtica locura”, dictaminaron.

Pioneros en Málaga capital

Málaga es una de las pocas a nivel nacional que dispone de un gabinete de psicología para la Policía Local. No obstante, “al no haber un protocolo claro de actuación al final va quien quiere”, puntualizó uno de los agentes presentes en la mesa.

Alto volumen

Uno de los tertulianos mostró su estupor por la gran cantidad de dinero que se invierte en campañas de concienciación sobre los accidentes de tráfico y de seguridad “y nada en prevenir el suicidio en este entorno profesional”.  El 75 por ciento de los suicidios son hombres “y nadie sabe por qué”. En la mayoría de los casos, “se agrava por separaciones dolorosas y traumáticas”. También se cuestionó durante la tertulia la actitud del Estado que “invierte cientos de millones en combatir la violencia de género” y nada en otras violencias. Para los invitados es una tragedia, pero consideraron que quedaría en evidencia “si invirtiera en evitar los suicidios de hombres que sufren las separaciones dolorosas”. “Al final”, concluyeron, “se está dejando indefensos a muchas personas”.

Otra decisión que no compartieron los presentes, es que se deje de publicar -no se hace desde 2006- los datos de hombres que mueren a manos de sus mujeres, hijos o parientes. Tal como están las cosas, “no muere ningún hombre en España en el ámbito doméstico”. Algo que deja arrinconados los suicidios masculinos.

Disparidad de género

La tertulia entró en un nuevo terreno cuando se cuestionó la actual ley de violencia de género que sobreprotege, según los tertulianos, a la mujer sobre el hombre.

“No he visto ninguna pensión compensatoria de una mujer a un hombre. Aunque el hombre esté parado, los juzgados siguen imponiéndole una prestación mínima de 150 euros por hijo pese a que no tenga ningún ingreso el hombre”, observó uno de los presentes. Y apuntó que “en el momento en que hay una denuncia por violencia de género, la banca gana, y el varón ya no tiene ninguna posibilidad de obtener la custodia”. En estos casos, “para la mujer son todo ventajas, principalmente económicas”. Sumado esto a que “no tienen ayudas de ningún tipo, ni siquiera psicológicas, los hombres sufren situaciones extremas que facilitan el suicidio”, concluyó.

Proporcionalidad y estrés

El estrés policial también puede derivar de una sentencia donde se cuestione su actuación policial o bien porque se sienta que está desprotegido a nivel social.  “Es imposible que aplique una proporcionalidad en las intervenciones cuando los fallos judiciales crean hasta ficciones policiales”, sostuvo un contertulio que puso como ejemplo del intento de homicidio a un policia local en Punta Umbría a cuchilladas en la playa.

Una de las expertas dijo que “los políticos, a veces, no están a la altura” y puso un caso habitual: unidades que reciben órdenes para efectuar una carga o se defienden de alborotadores y se ven dubitativas porque no se sienten respaldadas por el mando o el político.

Otro representante policial se escandalizó de situaciones kafkianas que se dan en el día a día, como “destinar cada fin de semana una patrulla a un hospital para proteger a los médicos”. A su juicio, “sustraer a la sociedad un patrullero para dar cobertura específica a unos profesionales es surrealista y dice poco de una sociedad civilizada y desarrollada”. Y citó al jurista Adolfo Prego, exmagistrado de la Sala Penal del Tribunal Supremo, para quien “la perversión de la ley viene porque su finalidad es la reinserción del delincuente”. Los contertulios afirmaron de forma unánime que el mantra de la reinserción no funciona en la vida real.

Otra voz sostuvo que “el marco legal existe” con leyes en términos de seguridad muy similares a las que existen en el ámbito europeo. “Lo peor es que no se aplican o se hacen arbitrariamente por culpa de mandos muy politizados, lo cual deja desprotegidos a los miembros y cuerpos de seguridad del Estado”.

La secretaria del SUP en Málaga manifestó que “las generaciones han cambiado y nos encontramos con una sociedad diferente. De hecho, hemos pasado de una policía, durante el franquismo, a la que se le tenía miedo, a una policía a la que se le falta el respeto”. Y reflexionó, “¿falla la sociedad?, ¿fallan los valores?”. Esto se ve agravado con las grabaciones anónimas a pie de calle que “meten el miedo en el cuerpo” a los agentes que ejecutan una intervención. “Todo el mundo te pone en tela de juicio”, indicó. Todos coincidieron en esta tesis y en que “hay tanto miedo a las consecuencias que ponen en peligro su vida”.

Entre los expertos, hubo otro ponente que sugirió que “los policías tienen que ser expertos en violencia extrema y no tener un perfil administrativo”. Puso un caso práctico que se repite a menudo: “intervenir a una persona hasta arriba de coca con el corazón a 200 por hora y que se te muera mientras le pones los grilletes. Si no tienes un buen perito forense que avale ese cuadro ansioso se te cae el pelo”.

Por este motivo, reclamó que sean los forenses quienes enseñen los distintos grados de violencia a los agentes en la academia, y cómo afectan a la víctima.

El conductor de la tertulia insistió en que “vivimos en un estado garantista del delincuente” y reclamó que se haga un frente común “sin temor al linchamiento social” a quienes atentan contra las libertades y los derechos de los ciudadanos. Defender estos planteamientos “no es fascismo, parece obvio aquí pero no ahí fuera”.

Los representantes de los cuerpos de Seguridad defendieron la utilización de medidas intermedias como las pistolas táser de inmovilización por inducción eléctrica. En su opinión, “serían una medida adecuada cuando te ves atacado y quieres evitar el uso del arma de fuego”.

Entre los presentes, hubo quienes alertaron de la grave transformación de la sociedad en los últimos 40 años. Lo atribuyeron, no a cambios espontáneos, sino a un “producto de ingeniería social con nombres y apellidos como Zapatero”. “En otra época, los maestros y los guardias civiles eran reverenciados en los pueblos”, observó un invitado. Y señalaron como principal damnificado “al hombre”.

Durante la tertulia, se sostuvo que “el modelo policial que hay en España está totalmente agotado” y se remitió a la obra de Samuel Vázquez que propone un cambio de paradigma.”. También se reprochó el papel de la Agencia Tributaria “como verdadero policía de la sociedad” con más atribuciones y medios tecnológicos que “cualquier otro cuerpo de seguridad”.

Casimiro Villegas recomendó, desde el colectivo que preside, “enseñar a los compañeros a tirar del freno de mano cuando la situación que viven es insostenible y a utilizar los recursos que proporciona la Administración a nuestro favor”.

Denuncias falsas y dinero malgastado

De los cientos de millones que el Estado destina a las mujeres que sufren maltratos y violencia doméstica, tan solo les llega el 3 por ciento, expuso un tertuliano. El resto se queda en el camino dentro de un entramado de burócratas, abogados y funcionarios públicos que capitalizan esa violencia. Otra voz recordó que, de todas las denuncias por violencia de género, solo un 20 por ciento termina en condena “lo cual infiere que el 80 por cien sean ficticias”.

Mariló Valencia quiso agradecer a los ciudadanos el cambio de actitud cuando Policía y Guardia Civil salieron a las calles para reclamar el fin de la brecha salarial respecto a otros cuerpos de Seguridad del Estado. “Gracias a Puigdemont se destapó la realidad y todo el mundo supo la diferencia entre Policía Nacional, Guardia Civil respecto a los Mossos d’Esquadra”.

Sistema

Hubo amplio debate y posturas enfrentadas en relación a la situación de los cuerpos de Seguridad públicos. Desde el sindicato policial se defendió la necesidad de un buen modelo policial, otros abogaron por aumentar el número de efectivos y también hubo voces que reclamaron un mayor apoyo legislativo en sus actuaciones del día a día.

El drama de un asalto en casa

Casimiro Villegas, fundador de la Plataforma ZERO Suicidio Policial, pasó por la situación más dramática de su vida cuando un grupo de individuos pertenecientes a un clan de etnia gitana asaltaban su vivienda de madrugada.  “Viví una experiencia de violencia extrema bajo un modus operandi cuasi militar, que solo podemos ver en los Geo o los UEI”, explicó. Tras recuperarse y sufrir toda una verdadera pesadilla legal, señaló a los presentes que “vivimos sobre un barril de pólvora y no somos conscientes de ello”, descartando así que “el monopolio de la fuerza lo tenga el Estado”. Actualmente, sufre secuelas postraumáticas y sigue un tratamiento.

Los hechos

“Mi mujer y yo estábamos durmiendo. Ella escuchó ruidos. Me levanté a ver qué pasaba porque el dormitorio está en la planta baja. Accedí al lavadero, y me encaminé a la cocina. Al abrir la puerta del salón, dos individuos se abalanzaron sobre mí propinándome patadas y puñetazos en seco y con alevosía sorpresiva, como referí en el juicio. Era un clan gitano que actuaba como un verdadero grupo organizado y criminal”.  Por este motivo, Villegas siempre ha defendido que “hubo legítima defensa completa”. A partir de aquí, sus recuerdos son borrosos y erráticos pues pasó por “una situación extrema”. “En esos momentos”, relató, “la adrenalina hace que te transformes en una bestia. Involucrándote en la pelea y respondiendo a una violencia radical”.

El policía prosiguió con los hechos. “Como no podían tirarme al suelo para darme la muerte silenciosa, me resistí. Cuando me mordieron para que cediera, respondí mordiendo. La suerte que tuve fue encajar esos golpes y aguantar las embestidas”, relató. “Conseguí zafarme, y escapar. Logré alcanzar el dormitorio donde cogí la pistola reglamentaria, le metí el cargador y salí a morir”. Este profesional aclaró que lo que realmente le salva es “tener el arma de fuego reglamentaria en casa y un instinto de supervivencia que desconocía”. No obstante, insistió en que un policía local y de proximidad carece de formación en combate para repeler situaciones de este tipo.

A continuación, se zafó de uno de los atacantes y escuchó llamadas, “¡mátalo, mátalo!” Al salir al patio, vio una furgoneta industrial de cara. “Me identifiqué como policía y disparé al aire aunque eso no les amilanó”. Según describe, había un tercero con una escopeta corta encañonándole y escuchó un estruendo. “Solo recuerdo que descargué la automática hacia las ruedas, con la mala suerte de que, herido como estaba y con una sola mano de apoyo, la pistola reverberó. Y no pude precisar el tiro. Era imposible en mi estado. Al final herí a tres de los atacantes”, concluyó.

Persecución legal

Así describe su calvario, este profesional de las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado que no logra explicarse todavía por qué la justicia fue a por él más tarde. “Solo me defendí de un ataque organizado y premeditado”.

Por su caso han pasado cinco abogados y dos por la causa de su mujer y, según él, en el juicio posterior lo trataron “como si fuera un policía militar de Brasil”. “Estuve a punto de suicidarme cuando recibí el auto de procesamiento del juez. Y me di cuenta de que mis abogados no tenían ni idea de la violencia extrema”, se lamentó. “Cinco individuos que actuaban como un grupo organizado, llevaban plan predeterminado y utilizaron una extrema violencia sobre mi esposa y yo mismo. Un saqueo, con violencia y rapiña”, terminó argumentando.

 

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