Un ejemplo de control informativo nos lo ofrecía hace escasas fechas Maxim Lepoutre, de la Universidad de Reading, que escribe para una conocida plataforma española de contenidos que se distribuyen a los medios que quieren publicar sus artículos sin ningún coste. Todos estos contenidos son políticamente correctos, oficialistas, alineados con el Gobierno -en este caso de España pero también de otros países-.
El citado autor titulaba el pasado 10 de junio que “Los políticos deben tener cuidado al hablar del origen del coronavirus para no alimentar a los conspiranoicos” que es tanto como indicar que no deben decir la verdad no vaya a ser que ayuden al “enemigo”. Juzguen ustedes:
“La teoría de que el SARS-CoV-2 se filtró originalmente de un laboratorio de Wuhan, en China, está volviendo a surgir hasta el punto de que el presidente Joe Biden ha ordenado públicamente a los servicios de inteligencia de Estados Unidos que “redoblen” sus investigaciones sobre esta hipótesis. Sin embargo, los políticos deberían ser cautos a la hora de defender públicamente la hipótesis de la fuga del laboratorio de Wuhan. Al hacerlo, se arriesgan a alimentar teorías conspirativas infundadas y peligrosas.
Pero incluso si la teoría de la fuga del laboratorio es creíble y, por lo tanto, vale la pena perseguirla, eso no significa que los políticos deban defenderla públicamente. Al hacerlo, podrían dar credibilidad accidentalmente a las numerosas teorías conspirativas sobre la COVID-19 que también giran en torno a un origen de laboratorio”.