Ante la cantidad y gravedad de los hechos acaecidos en diversos lugares de España a lo largo de las últimas semanas del verano y primeras del otoño, y dado el estrepitoso silencio del muy progresista Gobierno de España en general y del Ministerio de Igualdad más en particular, me veo obligado a declarar por mi cuenta y riesgo una alerta antimachista.
Los hechos a que hago referencia son los siguientes:
(7/8/2021) Violación en Seseña, Toledo. Un joven de 18 años viola a una menor durante un botellón.
(20/9/2021) Presunta agresión sexual a una mujer durante un botellón en la Universidad Autónoma de Barcelona.
(21/9/2021) Violación en Reus, Tarragona. Tres jóvenes magrebíes violan vaginal y analmente a una mujer con un palo.
(22/9/2021) Agresión sexual en Montblanc, Tarragona. Un joven de 21 años comete dos agresiones sexuales contra menores durante un botellón.
(25/9/2021) Agresión sexual durante un botellón violento en Barcelona.
(26/9/2021) Agresión sexual en un botellón en la playa del Bogatell, Barcelona.
(2/10/2021) Agresión homófoba en Almansa, Albacete. Varios menores agreden a otro menor por llevar falda.
(6/10/2021) Dos denuncias por agresión sexual durante un botellón en Madrid.
(22/10/2021) Detenidos tres marroquíes en Málaga por agresiones homófobas a compatriotas.
En suma, teniendo en cuenta los habitualmente bajísimos niveles de violencia sexual que se dan en nuestro país, las noticias mencionadas parecen indicar la repentina aparición de un alarmante brote epidémico de violencia machista.
Un brote que vendría a confirmar las tremebundas tesis al respecto del Ministerio de Igualdad. A saber, que España es un país de un machismo recalcitrante. Es precisamente por eso que el sepulcral silencio de Irene Montero respecto de todas estas agresiones resulta tan llamativo. Precisamente cuando la realidad parece empezar a darle la razón al Ministerio de Igualdad, este responde al repentino brote machista con el silencio administrativo. Ni un comentario. Ni un solo troll rasgándose las vestiduras en las redes sociales. No me dirán ustedes que la cosa no llama la atención, especialmente después del cisco que armaron por la inverosímil historia del gay al que habían decorado una nalga con la palabra “maricón”. A lo mejor es que, después de aquel notorio patinazo, han decidido ir con más tiento. Aunque, la verdad, yo no confío demasiado en la capacidad de aprendizaje de los innumerables asesores de Igualdad. Yo más bien creo que las razones del atronador silencio de ese ministerio son otras. Concretamente, que los responsables de todas estas agresiones sexuales no encajan con el muy prejuiciado retrato robot de los machistas preferidos por el gobierno. Tanto a Marlasca como a la Montero solo les valen para sus campañas propagandísticas aquellos machistas que sean españoles, heterosexuales, blancos, maduros y que, a ser posible, luzcan escapulario y/o camiseta de Vox. Es decir, solo si esos machistas son adscribibles a la oposición política más tópicamente conservadora. Si son jóvenes, africanos o catalanes, no.
Y es que, claro, aunque Irene Montero no sea una lumbrera, tampoco va tan falta de luces como para no darse cuenta de los peligros que la acechan. Así que, ante las preguntas al respecto de los periodistas, ella se ha limitado a condenar el fascismo. Igualmente podría haber condenado el aparcamiento en doble fila o el melanoma maligno, pero es que la ministra ya va estando fogueada y sabe que, con un caletre como el suyo, es preferible no meterse en según qué jardines. Haber llegado al cargo por ser consorte del macho alfa de su partido es lo que tiene.
Porque, si los machistas son muy jóvenes, a alguien se le podría ocurrir la peligrosa idea de que son fruto de un sistema de enseñanza disfuncional. Un sistema de enseñanza disfuncional y carísimo, financiado con dinero público, gestionado por políticos y dominado ideológicamente por la izquierda desde hace décadas. Un sistema de enseñanza que, supuestamente, promueve unos valores progresistas, pero que en la práctica promueve la ignorancia y lo que esta lleva aparejada. No, si los agresores machistas son menores de edad o estudiantes universitarios, la Montero considera, con razón, que es mejor dejarlo estar, que a la educación la carga el diablo.
Si son magrebíes o subsaharianos, tampoco les conviene meneallo, porque si lo hicieran ya no podrían acusar de racismo a los de la oposición. Además, los podemitas siempre han sostenido que esas cosas forman parte de las costumbres de los inmigrantes, de su cultura. Ellos no pueden pecar de eurocentristas.
En cuanto a los botellones en Cataluña, no solo están protagonizados por jóvenes, sino que muy probablemente entre ellos habrá un alto porcentaje de CDRs. Y es que de algún modo tendrán que mantener la forma física esos aguerridos luchadores por la independencia de Cataluña. Si no practican la agresión a la policía en los botellones, cuando sus jefes decidan intentar otro golpe de estado les faltará fuelle. Así que, si en esos botellones hay alguna que otra agresión sexual machista, qué se le va a hacer. Es por una buena causa. No vaya a ser que los de ERC les retiren el apoyo y caiga este gobierno tan feminista. Son pequeñas contradicciones que hay que cabalgar.
Así que, como no declare yo la alerta antimachista, me parece que no la va a declarar nadie.
Porque la verdad es que a todos estos feministas, antifascistas y elegetebeístas oficiales el perjuicio real que una agresión sexual real pueda significar para un ser humano real no les interesa lo más mínimo. A ellos lo único que les preocupa y los mueve es su permanencia en el sillón. A eso dedican el jugoso presupuesto del Ministerio de Igualdad, a garantizar su supervivencia como parte de la casta política. De esa casta política que habían venido a suprimir.