Vicente Almenara.- Una nueva edición de la Tertulia del Congreso de Málaga se celebró días atrás en la ciudad de Málaga. En esta ocasión contó como ponente con Ángel Valencia, catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad de Málaga. Su campo de investigación es la teoría política. En los últimos años, su investigación se ha centrado, por un lado, en la teoría política verde, el análisis comparado de los movimientos y los partidos ecologistas y el estudio de las políticas medioambientales, desarrollando esta actividad en diversos grupos de investigación nacionales y, por otro, el malestar de la democracia, como resultado del impacto de la crisis. Ha publicado numerosos artículos sobre estos temas en las principales revistas nacionales e internacionales, así como capítulos en libros colectivos. Entre sus libros cabe destacar: Citizenship, Environment, Economy [con Andrew Dobson] (Routledge, London, 2005); La Izquierda Verde (Icaria, Barcelona, 2006); Ciudadanía y Conciencia Medioambiental en España [con Manuel Arias Maldonado y Rafael Vázquez García], (Centro de Investigaciones Sociológicas. Colección Opiniones y Actitudes 67, Madrid, 2010), Política y Medio Ambiente, (Porrúa, México, 2016), Democracia Verde (Porrúa, México, 2016) [Con Rafael Enrique Aguilera Portales]. Su último libro es Estrategias para la calidad y la regeneración de la democracia [con José Manuel Canales] (Editorial Comares, Granada, 2018). Desde 2010 hasta 2013, fue investigador principal del área de Ciencia Política en el Centro de Estudios Andaluces. Ha realizado estancias de investigación y ha sido profesor visitante en Keele University, Universitá Degli Studi Di Bari y Universidad Autónoma de Nuevo León. Perteneció a la Junta Directiva de la AECPA. Es columnista habitual en La Opinión de Málaga, Analista en Agenda Pública y ha colaborado en otros medios como diario Sur, El País y otros muchos.
En el almuerzo de esta tertulia, Valencia destacó que vivimos una profunda crisis de la democracia. La crisis que se produjo hace una década, en general, fue el detonante de un nuevo modelo social –una nueva era- que estamos intentado todavía comprender –robótica, IA, una reestructuración en el mundo laboral, etc. y unos cambios en la vida cotidiana, sentimental…-, que en el ámbito político han significado una profunda crisis de la democracia, explicó el profesor. Asimismo, se refirió a ese malestar de la democracia, una situación de distanciamiento con la política, los políticos y las instituciones democráticas, con dos rasgos notables, una crisis de representación y fatiga democrática. Los políticos no responden a nuestros problemas y a esto contribuye también a la corrupción. De hecho, las encuestas muestran que los políticos son uno de los problemas que más preocupan a los ciudadanos.
Por si fuera poco, hay una crisis de la democracia. Se trata de una crisis de representación y de legitimidad y se produce una ruptura entre los ciudadanos y los políticos. Hay líderes nuevos pero manipulan la democracia y sus principios, produciéndose un contexto mayor de polarización y de fragmentación política, de volatilidad electoral y, por tanto, de más difícil gobernabilidad. También hay que considerar la crisis de la izquierda (de la socialdemocracia) y también de la derecha, que se traduce en la crisis de los partidos tradicionales.
Desde la crisis se erosiona el modelo básico de la democracia en España y, por tanto, los consensos que dieron lugar al país que nos dimos entonces, un país con una economía moderna dentro de una democracia avanzada y con un sistema político descentralizado (autonomías).
Algunos rasgos que definen la situación fueron objeto de atención por Ángel Valencia. Uno de ellos es el entusiasmo de los españoles por Europa, que sigue vivo, pero el proyecto europeo está a la espera de una necesaria refundación. Quizás la salida británica facilite las cosas, opinó el catedrático de la UMA.
En cuanto a la economía, se ha alcanzado una economía mucho mejor gracias también a Europa, como sucede con las infraestructuras, por ejemplo; sin embargo, existe una gran desigualdad regional (Andalucía y Extremadura) y Madrid aporta casi el 20 por ciento de la riqueza nacional, y una economía excesivamente concentrada en el turismo y el sector servicios e inmobiliario. La falta de productividad es uno de los grandes déficits en España.
En cuanto al sistema político descentralizado, las autonomías, sirvió casi 25 años pero desde hace 10 la dinámica de gobernabilidad-transferencias ya no funciona y ha dado lugar a la territorialización de la política y a la explosión de las identidades.
Otra de las conclusiones de Ángel Valencia es que los profundos cambios en el sistema político español desde 2014 que iban a alumbrar una nueva política y una regeneración democrática se han visto frustrados. Lo que acabó es el bipartidismo y ahora tenemos un sistema de partidos, con un multipartidismo que ha pasado del tetrapartidismo al sextapartidismo, caracterizado por una mayor fragmentación y una polarización en bloques, lo que convierte la política española en mucho más difícil que antes.
Así las cosas, uno de nuestros principales problemas es la de formar gobiernos con fórmulas a las que estamos poco acostumbrados –gobiernos de coalición, por ejemplo-, precisamente por la tensión y polarización que el sistema de partidos sufre a derecha (Vox) y a izquierda (Podemos), y por la fragmentariedad de una cámara con 16 partidos en la que la mayoría está condicionada por los partidos nacionalistas y soberanistas. El fin del bipartidismo y la territorialidad derivada del problema catalán en la política española, generan una dificultad no sólo para formar gobiernos si no cuando se forman para garantizar una gobernabilidad estable y unas legislaturas largas.
En síntesis, explicó Valencia, el principal problema que tiene la democracia española es que se caracteriza por tener una mayor capacidad de creación de política de conflicto y una menor capacidad de crear una política de consenso. Sin embargo, la razón no sólo se debe a los cambios del sistema político a los que hacemos referencia si no a una clase política que no parece tener claro el proyecto de país al que tenemos que ir, ni tampoco la forma de conseguir el gobierno para llegar a allí.
El presidente de la Tertulia, Vicente Almenara, tras presentar al ponente, destacó que hemos asistido hace escasas fechas a la formación de un nuevo gobierno y unas nuevas Cortes y, sin duda, hay determinados hechos que son novedosos en la reciente historia política española. Que haya un gobierno de coalición ya es el primer hecho novedoso, que haya comunistas en el Consejo de Ministros es inédito en toda la Unión Europea, no ya en nuestra historia de España.
La recesión económica de estos momentos también plantea el contexto en el que se inicia la legislatura, como la salida del Reino Unido de la UE y las próximas elecciones presidenciales en los Estados Unidos. Seguidamente, tomó la palabra Ángel Valencia.
Más que hablar desde una perspectiva pesimista de los males de la democracia, de la España del pesimismo, si no les importa voy a hablar un poco de lo que conozco, que es como creo que está la democracia, primero en el mundo a través de algunas ideas generales y luego como situamos España dentro de esa perspectiva en la que hay una serie de cuestiones que creo que efectivamente se adaptan a esos procesos de carácter general, y luego algunos procesos de carácter específico que tienen que ver con la historia democrática, y finalmente hablaré del nuevo gobierno y de las cuestiones que Vicente acaba de plantear.
Creo que lo que ha marcado el momento que estamos pasando es, fundamentalmente, la crisis económica que, prácticamente, tenemos desde hace 10 años. Esta crisis ha marcado los cambios que vemos ahora mismo en el mundo. Primero, porque ha sido el detonante de un nuevo modelo social que se está empezando a vislumbrar, pero no sabemos muy bien a dónde va, ni tampoco podemos controlarlo. Es decir, sabemos que la robótica está empezando a entrar aquí, sabemos que la inteligencia artificial va a determinar nuestro mundo, sabemos que el mercado de trabajo dentro de 10-15 años va a ser muy distinto al de ahora y estamos intentando pensar, por ejemplo, cómo podemos controlar eso porque va a cambiar de una manera determinante. Por supuesto, sabemos que está determinando un cambio en la vida cotidiana, en el mundo, en la sentimentalidad, digamos que en la manera de relacionarnos en el mundo porque lo vemos con las redes sociales, pero eso no es más que una parte de toda esta serie de fenómenos. En el campo especifico, y centrándonos en el cambio político que es de lo que voy a hablar, estamos hablando de una crisis de la democracia. Simplemente, la política la hace el Banco Central Europeo, la política económica está cada vez más determinada, dando esa sensación de ajenidad, y también por la sensación de que la clase política es distinta a nosotros, es decir, tiene una vida diferente a nosotros, los ciudadanos. Vemos que no nos gusta la situación política y los políticos en general, por tanto esa especie de malestar con la democracia es algo importante.
Y la segunda idea, que ya comentaba antes, es la crisis de la democracia, una crisis general que se expresa en cosas que les van a sonar mucho. En primer lugar, una democracia soliviantada en sus principios, inquieta, diría también que de alta tensión. ¿Qué quiero decir con eso? Que hay líderes que se consideran democráticos, o que dicen que son democráticos, pero que no aplican la democracia, los Putin, los Orbán… este tipo de gente que parece que mantienen el esquema democrático pero, sin embargo, son democracias vacías de contenido. Es decir, lo que se ha llamado las “democracias iliberales”, con líderes que son algo así como demócratas autoritarios que interpretan la democracia a su manera, hay una especie de montaje democrático formal, pero no hay una vida democrática y unos controles democráticos realmente serios. En segundo lugar, la idea de que tenemos un eje populista, que es de lo que se habla ahora mucho. La idea de que hay un tipo de líderes, como Trump, presidente de los Estados Unidos, el líder más importante del mundo, que es un líder que, como decía Manuel Castells, es un tipo ignorante, un tipo racista, un tipo homófobo, políticamente incorrecto y que gracias a ese mensaje racista y defensivo llega a la presidencia de Estados Unidos. No tiene otro capital político pero, sin embargo, gracias a eso llega a la presidencia con una tremenda habilidad y gracias a un discurso mentiroso en el que utiliza las fake news.
La tercera idea es que tenemos una crisis de representación, es decir, se produce una ruptura entre los ciudadanos y los políticos, pero al mismo tiempo se producen unas movilizaciones por parte de la gente en todos lados, de tal manera que en España la expresión de ese distanciamiento fue el 15M pero en todo el mundo hay manifestaciones. En conclusión, no es todo populismo, movilización y democracias iliberales sino lo interesante es que tenemos un contexto de una gran polarización política, una gran fragmentación, una gran volatilidad también electoral y, sobre todo, la conclusión que tiene que ver con el contexto español es que cada vez es más difícil gobernar. En el mundo cada vez es más difícil encontrar países que puedan gobernar con mayorías absolutas (con independencia del sistema electoral), es decir, que puedan gobernar sin apoyos, sin gobiernos de coalición, etc… Esto también se debe a que se está rompiendo el eje izquierda-derecha, se están rompiendo los viejos proyectos de los partidos políticos tradicionales. En la izquierda, porque la socialdemocracia, de alguna manera, ha perdido un poco lo que sería la vitalidad del proyecto socialdemócrata y quizá su sentido, no tiene un proyecto realmente interesante para el mundo que estamos viviendo, y la derecha porque en ese sentido algunos de los partidos de derecha forman parte de partidos nuevos que se forman y se fundan de otra manera como, por ejemplo, Macron en Francia.
En el 2015 aparece la nueva política, aparecen los nuevos partidos, aparece el mensaje de que era necesario una regeneración política, y lo que ocurre es que estos nuevos partidos, tanto por la izquierda como por la parte de una derecha con un proyecto de centro, finalmente fracasan en su mensaje de una u otra manera, Podemos por ejemplo fracasa en su proyecto original de conquistar toda la izquierda, Ciudadanos también como consecuencia de establecerse, como estrategia inicial, en partido bisagra y finalmente querer ser el líder de la derecha es lo que creo que le hace fracasar definitivamente en ese empeño.
“Hay una crisis de la democracia. Se trata de una crisis de representación y de legitimidad”
Los gobiernos de izquierdas no han tenido casi nunca éxito (por ejemplo, Mitterrand y algún otro) y por tanto lo veo extremadamente difícil, sobre todo para generar lo que hace falta en España que es una política de consenso en torno a los grandes problemas, sobre todo, la reforma de la definición de la estructura territorial del Estado dentro de una dimensión de consenso, no es la independencia sino una salida a través de una reforma constitucional dentro de la legalidad, y luego lógicamente los consensos que podamos y que sean necesarios generar en torno a cuestiones que son básicas y que no hemos sabido resolver en estos años, es decir, un pacto en la educación para que no tengamos que cambiar de ley educativa con cada gobierno. De forma que yo creo que este gobierno lo tiene muy difícil a la hora de establecer consensos sobre grandes cuestiones, que es lo que necesita en este momento España, primero por su carácter de gobierno de izquierdas, segundo por la divergencia que hay entre el carácter socialdemócrata y moderado de parte de algunos miembros del gobierno y el carácter más radical de parte de otros miembros.
En última instancia, y para terminar, creo que los Presupuestos Generales del Estado y, en cualquier caso la primera toma de contacto respecto a lo que suceda con el tema catalán, creo que son la clave para saber cuál es la vida real de este gobierno. Esta sería mi primera aproximación.
Se inicia el coloquio.
Tertuliano.- Ha comentado que estamos avocados a gobiernos en minorías y coalición a corto-medio plazo. ¿Sería una solución un cambio en el sistema electoral en donde el ciudadano elija al presidente del poder ejecutivo directamente y que estuviera aplicando su programa electoral con estabilidad durante su legislatura?
Ponente.- El presidente en España no es exactamente tu presidente porque no tenemos sistema presidencialista, tenemos un sistema parlamentario, es decir, no es como el presidente de Estados Unidos o el presidente francés. Aquí nos dimos un sistema parlamentario con un sistema electoral también proporcional porque la elección que se hizo fue en función, sobre todo, de la coyuntura y de lo que quería hacer el poder constituyente con el país en ese momento. Lo que quería el poder constituyente, las élites políticas y la sociedad española es un sistema electoral que permitiera que hubiera unos grandes partidos, un partido de derecha, otro de izquierda, otro digamos un poco más a la izquierda, y que los partidos nacionalistas (vascos y catalanes) estuvieran en el Parlamento y, de alguna manera, colaborarán con la gobernabilidad de España, que se suponía que era lo que deberían de hacer. Por eso, se hizo el sistema electoral que tenemos. Si tuviéramos un sistema electoral como el británico, de carácter mayoritario, solo existirían los dos o tres grandes partidos y, lógicamente, no habría juego para nadie, entonces el problema catalán no existiría. El problema es quién cambia esto cuando lógicamente hay una estructura de partidos donde todo el mundo tiene ya sus intereses (los grandes saben que ganan más, que el Estado les paga por el número de votos, aunque no se financian estrictamente con eso…) y para hacer una reforma electoral de este estilo hace falta un gran consenso que ahora mismo no tenemos, es imposible emprender una reforma de la ley electoral en esa dirección.
Tertuliano.- Se dice que la democracia solo sirve cuando todo el mundo quiere lo mismo, si unos quieren independencia y otros no pues eso democráticamente no tiene solución, como en los países árabes si unos quieren la sharía y otros quieren un estado laico eso no tiene solución democrática. El país más democrático es Estados Unidos porque allí todos quieren ser ricos y están todos de acuerdo. Entonces, en el momento en el que surgen diferencias importantes de qué es lo que queremos surgen crisis importantes en la democracia, que es lo que yo creo que está pasando España. La crisis ha destruido la clase media, muchísima gente se queda en paro, disminuyeron los ingresos y se dio a una situación precaria y en ese momento lo que querían unos y otros cambió totalmente. Los parados (el 20 por ciento de los españoles y el 50 por ciento de los jóvenes) querían el populismo que le ofrecía la extrema izquierda y el resto que trabajábamos queríamos mantener una situación más o menos razonable, dando dos situaciones absolutamente antagónicas. En algunas encuestas durante la crisis se comprobó que España básicamente era comunista, el sesenta y tanto por ciento de los trabajadores de muchas empresas preferían que todos ganaran lo mismo con independencia de cuanto trabajaran y de lo brillantes que fueran a que el que trabajara más y mejor ganara más.
Ponente.- Creo que, básicamente, lo que ha sucedido es una especie de dialéctica de los perdedores y de los ganadores de la crisis, en el sentido de que casi todo el mundo nos hemos convertido de alguna manera en perdedores de la crisis, el que más o el que menos ha perdido, y sobre todo la clase media, aunque los que están más abajo mucho más. Ese tema es el que quizás ha sido el elemento que desde el punto de vista electoral ha explotado más el voto de los nuevos partidos, los populismos. Cuando se habla de la política de la indignación, del voto de la ira, como por ejemplo con la llegada de Trump en Estados Unidos, se decía eso del voto blanco de la América profunda, de la clase obrera que ha sido un poco más olvidada, a los que efectivamente llegan los mensajes y convencen, aunque Trump sea una persona completamente distinta a ellos. En ese sentido, también en España la indignación fue captada por Podemos cuando dijo eso de “de la indignación al cambio político” y lo que quería era captar el movimiento del 15M y que se transformara en un partido político con la idea de vertebrar esa indignación como cambio político y casi lo consigue, casi consigue ser el centro y corazón de la izquierda. Los populismos, tanto de la izquierda como de la derecha, tienen por tanto esa dimensión de trabajar con los perdedores de la crisis y también de alguna manera con la clase media.
Tertuliano.- Pedro Sánchez tiene el poder ejecutivo, controla el poder legislativo y ahora está haciendo cambios para controlar el poder judicial. ¿Nos estamos acercando a Venezuela? Porque si tenemos un gobierno de izquierdas que controla los tres poderes se pueden cambiar las leyes para convertir este gobierno en irreversible y que no salgamos nunca de aquí como hizo Evo Morales en Bolivia.
Ponente.- Creo que el sistema democrático que tenemos es bastante sólido a pesar de nombramientos inoportunos en ese sentido, como puede ser el nombrar a una exministra como Fiscal General del Estado o intentar utilizar la mayoría para, en el relevo de los magistrados en el Constitucional, poner a alguien partidario. Es decir, se rompen un poco los equilibrios en el Consejo General del Poder Judicial en función de las mayorías que exige el Parlamento. Pero yo, sinceramente, no creo que se hagan reformas legislativas en el sentido de intentar manejar las instituciones, tipo Chávez.
Tertuliano.- ¿Qué o quién va a impedir que el gobierno gobierne por decreto?
Ponente.- No tiene mayoría fácil, no tiene capacidad para cambiar las leyes y no puede gobernar por decreto-ley todo lo que quiera tampoco. Tiene tan solo dos votos de ventaja más la condicionante con Esquerra, y lo que no puede hacer fuera de la cámara es gobernar con decretos-ley. El decreto-ley hay que ratificarlo.
Tertuliano.- España sigue siendo una democracia joven y no hay cultura política. Si partimos de la base de que a la gente no se la forma en unas nociones mínimas en teoría e historia política, ¿cree que hoy en día hay gente poco preparada?
Ponente.- La nueva generación, la nueva política, nos decepciona porque vemos que a los políticos de ahora, que tienen todos de 40 a 45 años, son gente poco preparada, efectivamente falta cultura política. Ahora tenemos teóricamente una sociedad más titulada, la generación más formada pero, sin embargo vemos que falta una revolución cultural en España de verdad, en el sentido de tener una cultura más allá de la titulación. Entonces, vemos que estos políticos que tenemos pues no han trabajado nunca (más que en el partido), no tienen una vida profesional previa. Vemos que también, por otra parte, la gente, incluso nosotros, no tenemos muchas veces ganas de nada trascendente porque, al fin y al cabo, lo que vemos en televisión, lo que hay en el ambiente, es intrascendente a no ser que pongamos un poco de esfuerzo. Para ser ciudadanos exigentes hace falta querer nuestra democracia, estar informados de nuestra democracia y nuestro sistema político, y tener un espíritu y un grado de exigencia que nos haga participar de la democracia. Pero para eso hay que esforzarse, estar interesado, leer los periódicos, venir a charlas como esta y, en definitiva, hay que ser un ciudadano atento. ¿Cuánta gente está dispuesta a esto? A veces me pregunto si tenemos las élites políticas que mereceríamos o no.
Tertuliano.- ¿En qué falla la propia democracia actualmente para que exista esa crisis que se ha comentado? ¿Ha habido una especie de “olvido” del contenido ético en la política? Ese tradicional apareamiento entre la ética y la política que viene desde los clásicos como Aristóteles parece ser que actualmente no funciona, lo vemos a diario en los medios de comunicación, ¿qué valor tiene la falta de lealtad?, ¿la mentira? Se miente y no pasa nada. La mentira debe ser impropia de un demócrata porque va en el contenido ético.
Ponente.- La mentira siempre se ha utilizado en política. Maquiavelo introdujo, entre otras cosas, una dosis muy importante de que la política era el mundo de lo que es, y por tanto explicaba la política como estrategia, y por tanto el mundo de los medios. Los políticos son personas que utilizan una racionalidad práctica y no están en el mundo de la moral; por tanto, utilizan los medios y el engaño para poder hacer cosas, no solo para ellos, si no para los demás. Eso es hacer política. Por tanto, hay que apartarse de la ética y, como decía Maquiavelo, “entrar en la senda del mal si quieres ser político”. Esa es la idea, aunque nos parezca un poco paradójica o nos parezca un poco fea pero es una verdad, porque el político es un hombre de acción. Otra cosa es que el político tiene lógicamente que entregarse a una causa que es lo que le hace a un político valioso y tiene que tener una ética pública de buen comportamiento a la hora de comportarse como persona delante de los hermanos, incluso, en la vida privada también. Es exigible ese comportamiento público.
Tertuliano.- El discurso político a día de hoy discurre a través de unas redes sobre las cuales no hay control, es todo muy manipulable. Al contrario que en China o Rusia donde tienen su propia red. De ahí sale esta fragmentación de partidos, e independencia hasta dentro de los mismos partidos. No nos debería sorprender ese fraccionamiento de representación en el Congreso y en el Parlamento en base a esa dispersión por las redes de soluciones ideológicas tan alejadas unas de otras. Ponente.- La crisis es también una crisis de comunicación, porque la comunicación política hoy ya no tiene nada que ver con lo que era antes. Antes, el mundo estaba vertebrado por los periódicos, era mucho más tranquilo. Despertabas y los líderes de opinión eran los que contaban e interpretaban cómo era la realidad y había una pausa prácticamente de 24 horas, con la salvedad de las actualizaciones de la radio y televisión, pero hoy en día gracias a la revolución tecnológica los periódicos actualizan la agenda 6 o 7 veces al día y las redes sociales hacen que no solo los periodistas y los líderes de opinión sino que cualquiera de nosotros seamos un agente potencial que podemos provocar el comentario, la reflexión, el insulto, etc.. Obama fue el primer presidente 2.0 que planteó en su primera campaña el uso de las redes sociales. Tertuliano.- En relación a la desafección de los ciudadanos hacia los actores políticos y hacia las propias instituciones políticas, ¿qué afección pueden tener los ciudadanos (los gobernados y los representados) hacia sus instituciones si no tienen capacidad de elegir quien los gobierne, tampoco tienen capacidad de elegir a quienes legislen (elaboren sus leyes y aprueben sus leyes) porque esa capacidad está siendo ejecutada exclusivamente por los partidos políticos?, ¿no estará sucediendo que en estos momentos esta ausencia de capacidad de acción de los ciudadanos, que sí ven que esa capacidad de acción la tienen los actores políticos dentro de los partidos, se experimente como un regreso? Una reacción a un sistema que creíamos ya superado y que resulta que no solo no está superado sino que estamos inmersos en él. Y estoy hablando del Antiguo Régimen en tanto que existen actores que cuentan con privilegios políticos que no disfrutan los ciudadanos comunes. Los ciudadanos comunes no tienen capacidad para presentar, por ejemplo, candidatura a las Cortes para representar a sus vecinos. Y voy más allá, en el momento en el que se pueda plantear una legislación que pueda aprobar las Cortes y que cualquier ciudadano pueda considerar que vulnera sus derechos constitucionales, ese ciudadano no puede hacer nada al respecto, tendría que constituirse en partido político para poder acceder al Tribunal Constitucional. Ese es un privilegio inaceptable. Ponente.- Es muy interesante esa reflexión, pero soy partidario de dar una visión positiva de los partidos políticos porque los partidos políticos son insustituibles, como decía parafraseando a Voltaire “si Dios no existiera habría que inventarlo”, pues lo mismo, si los partidos no existieran habría que inventarlos. Tienen un conjunto de funciones que son tan importantes que, en ese sentido, no lo sustituyen ni un movimiento social, ni un grupo de presión, ni una asociación del tercer sector. García Pelayo, jurista constitucionalista, primer presidente del Tribunal Constitucional, hablaba de “la democracia de partidos”. El caso es que los partidos políticos, aunque no nos gusten, es verdad que tienen un conjunto de funciones muy importantes. ¿Qué podemos hablar de los partidos? Que si nos representan o no nos representan, que si son democráticos, que si podemos democratizarlos, que si las elecciones primarias son útiles o no, que si los procesos de captación o de listas abiertas o cerradas, por ejemplo, pero esa idea peregrina de que cualquier ciudadano es capaz de hacer un partido político y no es tragado por la maquinaria o partitocracia, es un poco mentira. Los ciudadanos, al final, van a elegir a personas no solo conocidas, sino personas con siglas, programas, organizaciones serias, implantadas, etc… Por ejemplo, un ciudadano se presenta en su pueblo y le va a votar su madre y su vecino que le conoce, y eso no tiene ningún éxito. Por tanto, esa especie de reivindicación en contra de la partitocracia no tiene ningún éxito, eso crea dispersión. De lo que hay que hablar es de mejorar los partidos, que haya mecanismos de democracia, si son útiles o no y se implantan adecuadamente los mecanismos de primarias, y ese tipo de cosas, pero no como de una ausencia de libertad. Y luego, las famosas listas abiertas, pues bueno, a veces mejora a veces no mejora. Las listas cerradas, evidentemente, condicionan el poder del partido al poner personas conocidas y personas disciplinadas que se les premia por estar allí, en un numerito para que salga o no salga la candidatura. En ese aspecto es un tema complicado hoy. Creo que a los partidos hay que criticarlos por el reparto de prebendas, de la educación de las personas que son los chicos jóvenes que entran y que no hacen nada, y desde el principio hacen una carrera de la política, etc. Pero los partidos siguen teniendo sentido. Tertuliano.- Independientemente de la inexistente cultura política en España, la Constitución Española actual es una constitución no militante, es decir no se prohíbe expresamente ningún partido como en Francia o Alemania. Aquí cualquier partido de cualquier ideología se puede constituir. Uno de los principales problemas que tenemos en la situación actual es la existencia de esos partidos independentistas, terroristas, que han dejado 1.000 muertos en España y que los tenemos gobernando gracias a la Constitución y a nuestros gobernantes. Dado que la Constitución imposibilita su ilegalización, ¿qué solución tiene? Ponente.- Tiene razón en el tema de la legalización en España del terrorismo dadas las circunstancias. Es verdad que es una Constitución muy progresista, pero en vista, efectivamente, del problema que teníamos aquí con el terrorismo no se previó o no sé contempló pensando seguramente en que las consecuencias de la ilegalización eran peores. El problema de esto ahora mismo es la decisión histórica que supone algún tipo de reforma o algún tipo de circunstancia para ir a una vía como la alemana, de excluir algún tipo de partidos. Se podría hacer pero supone no solo una vuelta atrás sino también supondría desde el punto de vista político crear mártires en esta gente y eso, políticamente, es un gran problema. En el campo vasco, en el momento actual en que ya se está en una situación de cierta pacificación, y en Cataluña pues imagínese si se ilegaliza el bloque de partidos soberanistas en las circunstancias en las que estamos ahora mismo con la guerrilla urbana.
Marina
25 febrero , 2020Un placer para los lectores del periódico que nos acerquéis a figuras de la talla de Ángel Valencia.