El pasado día 1 de junio una moción de censura que unía a varios grupos parlamentarios de izquierdas, nacionalistas e independentistas apoyaban votar a Pedro Sánchez con el fin único de echar al PP del gobierno, debido al cúmulo de casos de corrupción en el Partido Popular, y una semana después de aprobarse los Presupuestos Generales del Estado.
Con tal moción aprobada se ha sentado un precedente repetible para próximas ocasiones. El señor Sánchez es presidente, sí, pero nace su gobierno con debilidad extrema y por poco tiempo, quizás un año o quizás menos tiempo.
Rajoy ha movido su silla demasiado tarde, y dejará la presidencia del partido en un próximo congreso extraordinario del mes de julio. Mientras tanto, Aznar reaparece en Madrid en la presentación de un libro de Zarzalejos, y se “ofrece” a “unificar el centro y la derecha”. Increíble. Un expresidente que no está comprometido con su partido, y conocedor que la mayor parte del proceso por corrupción que ha pagado Rajoy se debe a gente propuesta por él. Aun así, se permite la temeridad de cargar íntegramente a su heredero la culpa de la división “del centroderecha”. ¿Aún no ha tenido tiempo para asumir la responsabilidad por los nombramientos en sus gobiernos y sus excusas ante los disparates y delitos cometidos por esas personas de confianza? Para asombro, aseguraba que “cada uno tiene que responder de sus actos con la ley, con todas sus garantías y todas sus exigencias”.
Quizás más que unificar siglas en el espacio de derecha y del centro liberal haya que reconstruir ese partido y adaptarlo al cambiante momento político, a las necesidades de su electorado y de los centenares de miles de nuevos votantes que cada caño ingresan en el cuerpo electoral. Un partido con opción de gobierno debe conectar mejor con una sociedad que demanda que se defienda la vida, el orden constitucional, el empleo de calidad, a los autónomos, el mundo rural, la investigación, las ayudas universitarias y un largo programa social.
En el partido hay una idea clara, la suya va a ser una oposición implacable salvo en los asuntos de Estado, prueba de ello fue el anuncio de que el PP retrasará el debate presupuestario en el Senado y así la nueva ministra de Hacienda pueda defender las cuentas públicas. De esta manera ponen en un brete al gobierno al retarle a defender unas cuentas a las que se opuso desde la oposición, pero en las que ahora se va a apoyar para contentar a algunos de sus socios nacionalistas, y, sobre todo, poder cumplir con Europa, impidiendo así las propuestas de Podemos que ha pedido que el primer Consejo de Ministros de Sánchez apruebe un incremento del gasto de 4.500 millones de euros en políticas de igualdad y pensiones. Además, debe reorganizarse para afrontar esta nueva etapa, que puede durar hasta las próximas elecciones generales o hacia otra legislatura.
Esta vez no habrá dedazo, a diferencia de la decisión de Aznar para sucederle. En la elección del sucesor de Rajoy votarán por primera vez los militantes ya que, en el último congreso ordinario, se aprobó un nuevo sistema para escoger al presidente del PP. Se trata de una doble vuelta, en la que primero votan los afiliados y después los compromisarios. Este sistema abre la posibilidad de que pueda ser designado alguien no previsto por el aparato del partido, ya que el voto de la militancia siempre conlleva un riesgo. Para ello, evidentemente, se deberían presentar dos candidatos.
Es indispensable que el partido sepa rearmarse política, moral e ideológicamente. Pero no va a ser fácil. Habrá que tomar decisiones de mucho calado, y es bastante complicado de ejecutar. ¿Habría que refundar el partido? Quizás. En todo caso, si se repiten escándalos similares a los que nos avergüenzan a la sociedad, la actitud y capacidad de respuesta deben ser opuestas a la pasividad activa. Tolerancia cero. La centroderecha española se ha dividido en dos y enfrentadas y la superación de esta situación solo puede venir de una catarsis ética, de un rearme ideológico y de mayor sensibilidad a lo social.
Y a Ciudadanos les ha pillado con el paso cambiado. El juego al nacionalismo español, la liberalización de la economía sin ajustes, la agenda social sin sumar los costes presupuestarios… ese festín se ha acabado. Desde la oposición, como desde la barrera de los toros, todo es mas tranquilo y de otro color que delante del toro, como en el gobernar. Y deberán decidirse por coaliciones o confluencias, pues el PSOE ha optado por Podemos, salvo que esta fuerza no sume para gobernar. Si, mientras haya sentencias pendientes de Gürtel y de otras, Ciudadanos podrá jugar a ser a modo de un fiscal anticorrupción, pero ese camino se acabará, ¿y entonces? Con su ánimo desmedido de elecciones inmediatas, ha estado orillando cada día la credibilidad del gobierno popular y de su gestión en temas básicos como la unidad de España, las pensiones o los impuestos. Ahora tiene que combatir la gestión del nuevo gobierno, y seguir atacando al PP para que este no fagocite a sus votantes desilusionados con Rajoy. En política es tan importante tener relato creíble como tener público que te escuche y te crea.
Pedro Sánchez ya ha completado su Gobierno y está enviando un mensaje a los votantes de Ciudadanos, que en su política económica continuará la línea liberal de anteriores gobiernos socialistas. Hasta hace un mes, Albert Rivera volaba montado sobre la cresta de la ola. Ahora los problemas se le multiplican. Es muy posible que ya sólo le oigamos hablar de Cataluña, el filón inagotable del PP se le agotó. Un sector muy importante de los electores con los que la crisis del 2008 se ha ensañado y ha maltratado sólo confían en aquellos que les prometen lo que consideran que se merecen, sin importarles el coste económico y presupuestario. Son muchos años de espera.
Las pretensiones de Sánchez son prolongar la actual legislatura al menos un año, a ser posible hasta finales del 2019 y obtener un gran respaldo en las diversas elecciones de mayo de 2019, para sentirse fuerte para la aprobación de los presupuestos del año 2020 y convocar elecciones en ese año. Para su suerte, el gobierno saliente adjudicó hace años a empresas muy críticas con él y afines a postulados socialistas, izquierdistas y nacionalistas la casi totalidad de los medios de comunicación de televisión y radio. Así, Tele5, La Sexta, Antena 3, la Ser, y la mayoría de las autonómicas defenderán o impulsarán las medidas de este nuevo gobierno.
Por otra parte, los independentistas vascos aprenden de los colegas en Cataluña. El día 10 una cadena humana unió las tres capitales de la Comunidad Autónoma Vasca para reclamar el derecho a decidir, organizada por la plataforma Gure Esku Dago. A la iniciativa también se han sumado Omnium Cultural, y la Asamblea Nacional Catalana (ANC). Se estableció un «kilómetro solidario con el pueblo catalán y sus presos políticos y exiliados», y se lucirán amarillos. En San Sebastián estuvieron miembros de la Ejecutiva del PNV de Gipuzkoa, y en Zarautz la representante de Elkarrekin Podemos Pili Zabala y en Elgoibar el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi. El desencuentro, la provocación y el conflicto del que viven muchos de políticos amparándose en la libertad de expresión, también será un frente para el nuevo gobierno. ¿Hará como el avestruz ante el peligro?