El pacto que han sellado Sánchez y Casado para RTVE supone la vuelta al obsceno pasteleo del bipartidismo, aunque a la mesa se sienta un tercero, Podemos. En cambio, en el CGPJ el PP ha tenido algunos remilgos y no se ha atrevido a estampar su firma. El caso es que Casado ya no es virgen.

La politización a la que han sometido al ente público RTVE tendrá consecuencias para todos los ciudadanos porque impone cargos afines ideológicamente, no profesionales independientes, que es lo que necesita una radio y televisión públicas. El malestar y el rechazo en la plantilla por las imposiciones a dedo es visible.

Ciudadanos y Vox han sido las dos fuerzas que con más dureza criticaron el acuerdo. Para estos partidos, se trata de un chanchullo y un reparto vergonzoso. Edmundo Bal, portavoz adjunto de Ciudadanos, lo dejó claro, “ustedes solo se ponen de acuerdo para repartirse la pasta y los sillones”.

RTVE está en la cima del sectarismo y en la simas de las cotas de audiencia y profesionalidad, y ahora a por más. Quedan el CGPJ -en el que el PP ya ha hecho el ridículo llegando a un acuerdo y después desdiciéndose ante la imposición del candidato de Podemos-, el Defensor del Pueblo y el Tribunal Constitucional. Solo resta decir aquello de que se besen, que se besen…