Los problemas de Marruecos también pueden ser los nuestros. Un conocido salafista marroquí, Abdellá Hamzaoui, ha denunciado que muchos comerciantes de Marruecos han recibido instrucciones para no vender burkas, incluso, ha declarado a la revista Telquel en su edición digital, también el niqab, que deja al descubierto solo los ojos de la mujer. Él considera que se trata de un atentado contra la libertad, y añade: “Yo no he visto nunca a las autoridades prohibir la venta o la fabricación de minifaldas, una invención occidental, contraria al niqab, que forma parte de nuestra cultura y que lo llevaban nuestras abuelas”.

Aunque algunos analistas entienden que esta orden de no vender burkas responde a una medida de seguridad para prevenir atentados terroristas, lo cierto es que hasta la fecha no ha habido ningún atentado utilizando como engaño este vestido.

Mucho más lejos de nuestras fronteras, en Israel, preocupa la penetración de yihadistas del IS, como si no tuvieran bastante con las organizaciones terroristas Hamas y Hizbulá. De hecho, hace algo más de un año, Abu Bakr al Bagdhadi, máximo dirigente de Daesh, difundió un mensaje en el que afirmaba que “pronto, muy pronto con el permiso de Alá, escucharéis los pasos de los muyahidín. Día a día nos estamos acercando a vosotros. Judíos, no nos hemos olvidado de vosotros”. ¿Un posible nuevo frente del IS?, se preguntan los observadores internacionales ahora que el Califato pierde territorio.