Algunas organizaciones terroristas, hay que decirlo, han conseguido sus objetivos, por ejemplo, el FLN argelino, el EOKA chipriota o el IRGUN israelí, que alcanzaron la independencia de sus naciones en el contexto de la descolonización, como reconoce el profesor Diego Muro. Pero el mismo docente yerra cuando afirma en un reciente artículo que “la campaña contra el terrorismo internacional permitió al movimiento yihadista global difundir el mensaje de que Occidente estaba en guerra con el islam, y que era necesario expulsar a los cruzados de tierras musulmanas”, y que “(…) pese a que el movimiento insurgente global que emanó de Al Qaeda no consiguió derrotar a Estados Unidos sí que confirmó la expectativa de que el terrorismo puede ser útil para provocar una respuesta excesiva del adversario y reclutar más combatientes para la yihad internacional”. ¿Qué esperaba el profesor, que no se combatiera el terrorismo yihadista por el qué dirán? Y claro que parte de Occidente estaba en guerra contra la parte del islam que le atacaba. Por último, eso de provocar “una respuesta excesiva” resulta cómico, porque más allá de evitar en lo posible la muerte de civiles y el empleo de armas prohibidas, ¿se imaginan una guerra midiendo la fuerza que empleo no sea que me pase y destruya al enemigo? Desde luego, los intelectuales, como todos, cuando escriben de lo que no saben se pierden.