El escándalo que, justificadamente, organizan las asociaciones feministas con cualesquiera de los crímenes que se cometen contra mujeres, se echa en falta cuando son las mujeres las asesinas de sus maridos o de sus hijos. El último caso, compartido por los dos progenitores, en Godella (Valencia) y a falta del correspondiente juicio, en la que un bebé de pocos meses y su hermano de tres años han aparecido enterrados, es una buena muestra del silencio de estas organizaciones subvencionadas con dinero público que solo se mueven en la defensa de los intereses de una parte de la población discriminando por sexo.