No todos los medios de comunicación pero sí algunos, más de los que desearían algunos y algunas, han difundido la noticia de que Patricia González raptó a su hija de 10 años en 2017 y ahora la Policía la ha liberado. Patricia, sin embargo, ha quedado en libertad, lo que deja perplejos. ¿Política de género? Vaya usted a saber. Lo que sí se sabe es que la secuestradora contó con la ayuda de María Sevilla, presidenta de la asociación Infancia Libre y asesora de Podemos, que ya había sido detenida en abril por haber secuestrado a su hijo. Dios las cría y ellas se juntaron. En todas estas historias en las que se rapta y se burla a la Justicia están los padres, que se quedan durante años sin ver a sus hijos, y los hijos sin ver a sus padres, pero también hay un asunto que las feministas fundamentalistas niegan, el Síndrome de Alienación Parental (SAP), del que conviene decir algunas palabras.

El principal defensor del SAP fue el psiquiatra Richard Gardner, quien acuñó el término y lo definió así:  “Es un trastorno infantil que surge casi exclusivamente en el contexto de disputas por la custodia de los niños. Su manifestación primaria es la campaña de denigración del niño contra un padre, una campaña que no tiene justificación. Ello resulta de la combinación de una programación (lavado de cerebro) de adoctrinamiento parental y de las propias contribuciones del niño para el vilipendio del padre”. Claro, se entiende que las secuestradoras y su red de cómplices lo nieguen, y con ellos los que solo defienden los derechos de las madres e ignoran los de los padres.