Rogelio Alonso, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos, en el diario El Mundo, el pasado 31 de marzo escribía: “Imposible comprender la actual coyuntura del PP ignorando la desconfianza generada tras incumplir Rajoy simbólicos compromisos como la derogación de la ley de memoria histórica o la reforma del CGPJ. Tampoco tuvo Rajoy, como sintetizó Mikel Azurmendi, los “arrestos morales y políticos para taponar la vergonzosa relajación democrática” de Zapatero con ETA y su brazo político. Simbólica fue también la respuesta al independentismo descrita así por la académica Araceli Mangas: “el presidente Rajoy se ha ocultado en cada momento tras los fiscales, los jueces, el Tribunal Constitucional, el Rey, la ciudadanía española y los empresarios. Nada hay más frágil que un estado cuyo gobierno no lo sabe defender”.
Más adelante, el profesor reflexiona: “La ausencia de autocrítica lastró la presidencia de un Casado que ha combinado incompetencia y cobardía, como ejemplificó su entrevista en RAC1 en 2021 (…). A Casado le distinguía favorablemente su promesa de renovación del partido tras el desistimiento ideológico de su predecesor. (…) Como portavoz de Rajoy justificó mentiras como las que motivaron la excarcelación de Bolinaga. Su presidencia ofrecía la oportunidad de un “ritual de purificación” en los términos del teórico de la comunicación política Kenneth Burke (…). La crisis que el PP arrastra de largo tiene una importante causa en su obsesión por esa búsqueda del centro y la moderación a la que con tanta simpleza apela para ocultar relevantes renuncias ideológicas en definición de proyecto”.