Miguel Briones, subdelegado del Gobierno, asiste preocupado, como todos los conscientes, al devenir de la política española y a las consecuencias de un cambio de gobierno a cualquier precio o a unas elecciones de resultado muy parecido al 20-D. Pues a la vista del tiempo transcurrido fue un acierto su elección para el puesto que ocupa. Pulcro en sus relaciones sociales, observador atento y con opiniones propias, pero discreto, lo está haciendo muy bien. Así sucedió también con su antecesor, Jorge Hernández Mollar. Aunque la falta de muchas competencias reduce el riesgo, la actividad pública siempre es un campo de minas.