Esta semana hemos ido a la filmoteca para ver una de las mejores comedias de todos los tiempos, dirigida por Billy Wilder y titulada “Con Faldas y a lo Loco”. Richerdios.
Título original. Some Like It Hot
Año. 1959
Duración. 120 min.
País. Estados Unidos
Director. Billy Wilder
Guion. Billy Wilder, I.A.L. Diamond (Historia: Robert Thoeren, Michael Logan)
Música. Adolph Deutsch
Fotografía. Charles Lang (B&W)
Reparto. Marilyn Monroe, Jack Lemmon, Tony Curtis, George Raft, Pat O’Brien, Nehemiah Persoff, Joe E. Brown, Joan Shawlee, Billy Gray, George E. Stone, Mike Mazurki, Dave Barry, Harry Wilson, Beverly Wills, Edward G. Robinson Jr., Barbara Drew
Productora. United Artists / Ashton Productions / The Mirisch Corporation
Género. Comedia | Años 20. Mafia. Remake
Sinopsis. Época de la Ley Seca (1920-1933). Joe y Jerry son dos músicos del montón que se ven obligados a huir después de ser testigos de un ajuste de cuentas entre dos bandas rivales. Como no encuentran trabajo y la mafia los persigue, deciden vestirse de mujeres y tocar en una orquesta femenina. Joe (Curtis) para conquistar a Sugar Kane (Monroe), la cantante del grupo, finge ser un magnate impotente; mientras tanto, Jerry (Lemmon) es cortejado por un millonario que quiere casarse con él.
Premios. 1959: Oscar: Mejor vestuario (B&N). 6 nominaciones. 1959: 3 Globos de Oro: Mejor Película Comedia, Actor (Lemmon), Actriz (Monroe). 1959: Premios BAFTA: Mejor actor extranjero (Lemmon). 2 nominaciones. 1959: Sindicato de Directores (DGA): Nominada a Mejor director
La acción tiene lugar en Chicago (Illinois), Miami (Florida) y en el trayecto en tren entre ambas localidades, en 1929. Dos músicos de poca monta, Joe (Curtis) y Jerry (Lemmon), testigos involuntarios de la masacre del día de San Valentín (14 de febrero de 1929), se ven obligados a vestirse de mujer para poder optar al único trabajo que encuentran, el de saxofonista y contrabajista de una orquesta de señoritas, de la que forma parte como vocalista la guapa Sugar Kane (Marilyn). El film es una gloriosa comedia, que suma elementos de farsa, crimen, música y romance. Considerada por algunos como la mejor comedia cinematográfica de todos los tiempos, es para muchos una de los mejores films americanos del género de la comedia. En todo caso se trata de una comedia inspirada, ocurrente, graciosa y divertidísima. Hace uso de parodias eficaces (cine de gángsters, Cary Grant…), farsas sin acritud, juegos de falsas identidades, confusiones de género, disfraces, peripecias y situaciones desternillantes, desventuras (pérdida del abrigo la víspera de un día de nieve), persecuciones alocadas, escenas ambiguas de un potente erotismo, atrevidos simbolismos sexuales disimulados para evitar problemas con la censura, lances de humor negro, malentendidos, paradojas (el calvario de dos hombres acalorados metidos entre señoritas sensacionales), etc. El guion contiene diálogos brillantes, personajes bien definidos, una narración ágil y fluida y una historia oportuna. Las interpretaciones de Lemmon y Curtis son excelentes y la de Marilyn es sensacional (combina justamente inocencia, malicia y fragilidad). Ésta es posiblemente la mejor interpretación de Marilyn. La acción se desarrolla a un ritmo vertiginoso. Se incluyen referencias melómanas de la época (Rudy Vallee) y cinéfilas (Rodolfo Valentino). Incorpora constantes de Wilder: coches a la carrera, persecuciones de coches, disfraces, puros, encendedores. Ésta es la primera colaboración de Lemmon con Wilder y la segunda de Wilder con el guionista Diamond. Rinde homenaje a la escena del camarote de los Hermanos Marx («Una noche en la Ópera»). La música, de Adolph Deutsch, ofrece cortes festivos y bulliciosos, de entre los que destacan «Play It Again, Charlie» y «Tell The Whole Darn World». Añade tres canciones a cargo de Marilyn y una versión instrumental de «La cumparsita». La fotografía, de Charles Lang, en blanco y negro subraya la ambientación de época y crea agudos lances de humor visual. La escena final es antológica. Aguda y desafiante, rompe con el decoro puritano y traza un esbozo caricaturesco de los Estados Unidos de los años veinte. La Ley Seca, la proliferación de las bandas de gángsters que controlaban grandes ciudades como Chicago con su tráfico de alcohol y de armas, el florecimiento del jazz y de estilos musicales que invitaban al descoco y a noches prohibidas de juerga en las que corrían bebidas ilegales y por ello mucho más atrayentes. Y no sólo eso, sino que critica con simpatía el sexismo, el machismo y la rigidez de la identidad sexual, de los roles sexuales y de la doble moral impuestos por una sociedad anquilosada y reaccionaria. Resulta todo un espectáculo desternillante contemplar a dos rostros masculinos seductores del dorado y maduro Star System, Tony Curtis y Jack Lemmon, haciéndose pasar sin el menor pudor por sendas féminas, disfraz que adoptan para huir de una banda de gángsters. El hecho de que esos dos galanes se burlen de sí mismos y de su condición masculina, y protagonicen una serie de delirantes escenas salpicadas de comentarios que condenan ciertas actitudes sexistas que muchos hombres suelen mostrar hacia las mujeres, así como su propia identificación con ellas, convierten esta película en atrevida para su época. La insinuación de la confusión de géneros, de la homosexualidad, del travestismo y hasta de la transexualidad, y la revisión de muchos estereotipos que se achacan a ambos sexos, hacen que «Con faldas y a lo loco» esconda, bajo su barniz ligero y risueño, un mensaje que debió de escandalizar a buena parte del público, y deleitar a quienes la aceptaron como un sagaz y aparentemente inofensivo entretenimiento. Datos interesantes: tanto Curtis como Wilder compararon a Monroe con el dictador alemán Adolf Hitler. Wilder dijo que «era como Hitler: un infierno» y Curtis dijo que «besar a Marilyn Monroe era como besar a Adolf Hitler». Una escena en la que Monroe aparece y dice «¿Dónde está el coñac?» tuvo que ser repetida cincuenta y nueve veces porque se le olvidaba el texto, o se equivocaba. Al parecer a Marilyn se le iba un poco la olla. A pesar de las intempestivas relaciones durante el rodaje entre Tony Curtis y Marilyn Monroe; a pesar de las dificultades con la actriz, que tuvo que ser convencida a última hora para que consintiera que la película fuese en blanco y negro, o que terminó por necesitar una pizarra donde le escribían algunas frases, tras la desesperación que le suponía a Wilder dedicar más de cuarenta tomas para que consiguiera decir correctamente cosas tan sencillas como: “It’s me, Sugar” o “Where’s the bourbon?”; a pesar de la necesidad de un doblador de la voz de falsete femenino que Curtis no lograba mantener durante toda una toma; a pesar de estos y otros muchos avatares del rodaje, el Instituto de Cine Americano terminó por considerar este trabajo de Billy Wilder como la película más divertida de todos los tiempos y una de las mejores de la historia del cine.