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Desde que se fundara en noviembre de 2013, la trayectoria de DHV Technology ha sido exponencial. En apenas dos años, se han dado a conocer en el sector aeroespacial ofreciendo soluciones de alto valor añadido. Su principal actividad es el diseño y construcción, a medida, de paneles fotovoltaicos para microsatélites. Éstos se encargan de suministrar energía a los pequeños ingenios durante el tiempo que orbitan alrededor de la Tierra. En los últimos cinco años, se ha producido una verdadera eclosión de estos diminutos ingenios, muy baratos de producir y lanzar. Incluso han surgido los denominados ‘CubeSat’ o nanosatélites (menos de 50 kilogramos) aprovechando electrónicas más potentes y el avance de la miniaturización.
En España, son la única firma dedicada específicamente a este tipo de paneles fotovoltaicos. Con esta premisa, cerraron un importante acuerdo con la italiana Gauss para participar como proveedor del satélite Unisat-6, lanzado en junio de 2014, y que orbita a unos 600 kilómetros de altura. Este contrato les ha abierto las puertas del mercado europeo de microsatélites. Ha servido de excelente carta de presentación al contar con un producto ya probado, comentan en el sector.
Desde el primer momento, lo tuvieron muy claro y DHV ha sido una proyecto “muy meditado”, afirman al unísono, Miguel Ángel Vázquez y Vicente Díaz, ambos doctores en Física y fundadores de la empresa junto al ingeniero Francisco Rubiño. Detectaron un “nicho de gran oportunidad” que “desde España nadie cubría”, precisa Díaz.
Sus fortalezas son la “gran flexibilidad” con respecto al cliente, “precios muy razonables” y el “elegir un mercado muy concreto como son los pequeños satélites” donde “hay escasa competencia”, argumenta. La diferencia frente a los grandes satélites de defensa y telecomunicaciones, radica en el peso y las órbitas. En general, las grandes compañías aeroespaciales como Airbus, la ESA, Indra o Senel fabrican satélites de envergaduras superiores a los 500 kilos de peso y órbitas geoestacionarias de 36.000 kilómetros.
Sus planes para 2016 pasan por “consolidarse comercialmente y crecer en base a un mayor número de operaciones” y en el terreno tecnológico “tener mejor eficiencia” y ser una compañía “no ya española sino europea”, subrayan ambos directivos. “Queremos subir escalones para tener visibilidad internacional”.
Los clientes de la malagueña son principalmente universidades, pequeñas compañías, grupos de investigación privados. Este conglomerado ha experimentado un importante auge gracias a la disponibilidad de tecnología punta a precios bajos y a menores costes de lanzamiento. No en vano, los operadores de microsatélites comparten un mismo lanzador que puede llegar a colocar entre 20 y medio centenar de estos ingenios en el espacio.
Uno de sus últimos encargos ha sido para la compañía británica Open Cosmos que lanzará en febrero de 2016 un dispositivo desde la Estación Espacial Internacional. Se trata de un proyecto europeo que espera poner en órbita 50 minisatélites”. Con todo, “el cohete sigue siendo el principal cuello de botella en este negocio”, considera Díaz.
Los principales mercados para DHV son Europa Occidental y del Este ya que la mayoría de sus clientes están fuera de España. En este sentido, destacan Reino Unido, Alemania e Italia “con gran tradición espacial”, destaca Vázquez, pero también República Checa, Hungría, Lituania, Rusia o Eslovenia. En Iberoamérica, les seduce la idea de trabajar en Brasil, Argentina y México. No olvidan Estados Unidos y “sus universidades que son muy activas en este campo”, recuerdan.
España en el espacio
España posee un alto potencial en el sector aeroespacial europeo. De hecho, cuenta con empresas muy potentes como Indra, GMV, Senel, Deimos Space o la filial española de Airbus. No obstante, su actividad son los satélites de Defensa y Telecomunicaciones, un nicho alejado de los minisatélites.
En términos de investigación, nuestro país cuenta con el Centro de Astrobiología (Madrid) dependiente del CSIC y especializado en la investigación de vida en Marte. “Un laboratorio de referencia en el mundo que mantiene acuerdos con la propia NASA”, destaca Miguel Ángel Díaz.
Sobresalen también, en el campo aeroespacial, las universidades de Vigo, Granada y Valencia, así como las politécnicas de Cataluña, Madrid y Barcelona.