Editorial - Avergonzados del Gobierno y orgullosos del Rey - El Sol Digital
Editorial – Avergonzados del Gobierno y orgullosos del Rey

Editorial – Avergonzados del Gobierno y orgullosos del Rey

Tuiteaba Luis del Pino el pasado viernes “hola, soy progre. Que digo que si un empresario manda a un obrero a una obra sin casco, es un maldito criminal. Pero si Sánchez envía contra el coronavirus a cientos de miles de sanitarios sin protección, no es hora de críticas, sino de remar todos juntos, wey, jajaja #cómomolo”. Y tiene razón, el doble rasero que algunos utilizan habitualmente en sus críticas se manifiesta descarnadamente estos días de crisis. Estas gentes, que mezclan en distinta proporción ignorancia y odio, incendiaban el país con su verbo cuando el Prestige o el ébola porque era el PP el que gobernaba, pero ahora se han vuelto mansos de tanto vivir de la sopa boba y de escuchar lo que quieren.

Esta situación no se produciría si estuviéramos gobernados por un equipo de hombres y mujeres solventes y capaces cada uno en sus áreas de responsabilidad. Pero cuando nos encontramos -y solo pondremos un ejemplo, para no abrumar- con Salvador Illa como ministro de Sanidad, cualquier planteamiento serio se nos cae al suelo. Illa no tiene formación alguna que le capacite para un correcto desempeño de sus funciones de ministro de la salud de los españoles. Es un licenciado en Filosofía y Letras cuyo único mérito es haber sido alcalde de una población, respetabilísima, de unos 10.000 habitantes. Pero los contenidos de su Ministerio les son totalmente ajenos y, sin embargo, allí está. ¿Por qué?  Es el ministro cuota de Iceta, igual que hay ministras-cuota como guiño a las feministas. Los ministros, desengañémonos, no son los mejores -y sálvese quien pueda-, sino producto de un perverso sistema político en el que se escoge a los aduladores, a los que se sitúan en las capillas del poder o a los que tienen algo que ofrecer desde el punto de vista político, casi nunca en lo profesional.

Pero, además, la inmensa mayoría de las competencias están transferidas a las comunidades autónomas, aunque ahora de algún modo hayan sido intervenidas.  Centralizar las compras, por ejemplo, de equipos de protección personal -mascarillas, batas…- hubiera sido de una gran ayuda para todos pero… cada comunidad autónoma se ha buscado la vida como ha podido y ha salido a los mercados internacionales, especialmente China pero no solo, sin el apoyo del Gobierno de la nación y además, en ocasiones, sorteando las dificultades que éste les pone. El Gobierno, por si fuera poco, no sabe comprar y hasta le engañan algunos listillos. Los empresarios, es el caso de Amancio Ortega, han hecho mucho mejor las cosas y han traído material bueno y rápidamente. No se olvide, cuando salgamos de esta crisis, será por todos nosotros, por la sociedad civil y por las Fuerzas Armadas -ejemplo también de entrega social-, desde luego no por este Gobierno incapaz.

Algo queda claro. Después de este tsunami de muerte, y de exigir responsabilidades civiles y penales a quienes corresponda, hay que demandar dotaciones más que suficientes en los hospitales y centros médicos. Nunca más debemos padecer este descomunal desaprovisionamiento. Seguro que vendrán otros enormes problemas, pero si no hemos aprendido esta lección, nos buscaremos lo peor de nuevo. Aunque ya se sabe que el hombre…

En este estado de cosas se ve la mano de Iglesias en el alumbramiento de políticas igual de disparatadas que las de Illa, sus ideas y las de su camarada la ministra de Trabajo, Yolanda Diaz, libran una lucha a muerte con la relativa moderación de la responsable de Economía, Nadia Calviño, y el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá. Y el sumo sacerdote, Pedro Sánchez, cual efigie, una vez deja ganar a unos y otras a los otros. Y así hace camino este Consejo de Ministros, que más parece el Politburó de la recién fusionada formación socialcomunista.

En Moncloa, no han entendido ni por asomo lo que representan los autónomos en nuestro país. Son 3,2 millones de esforzados hombres y mujeres que levantan a pulso su empresa, y lo que reciben es una medida adoptada con 15 días de retraso, después de seis consejos de ministros, que en todo caso le aplacen las cuotas -no que se las condonen- y que les ahoguen en burocracia. Pero, de momento, te cobro la cuota de marzo. Esta es la sensibilidad del Gobierno, un Gobierno tan prepotente y sobrado que, por supuesto, ni consensua ni consulta  con los empresarios. La improvisación y las ocurrencias son la guía, y así se cambian las reglas de los ERTE por fuerza mayor o se quiere prohibir el despido en un ataque frontal a la propiedad privada.

Desde luego, los enemigos del Estado democrático tienen ahora la mejor de las oportunidades que se les podía presentar, y la están aprovechando. Entonces, la pregunta que nos hacemos, y que se hacen muchos españoles, es la de dónde está la oposición. Pues… excepto Vox -después de la pifia de Vista Alegre-, que sí hace oposición, guste más o menos, los demás brillan por su ausencia, a lo que contribuye el aparato mediático del Gobierno y todos sus medios amigos, que son los más. PP no se hace notar, en la equivocada idea de que en estos momentos tan difíciles lo que su electorado le pide es colaboración, alguna crítica, pero en absoluto una oposición frontal y a la altura del excepcional momento que vivimos. En cuanto a Cs, nadie da noticias de su paradero.

Otra cosa que se advierte es que este grupo de recién conocidos que nos gobierna podría haber evitado el colapso de los servicios sanitarios, y muchos muertos, tomando acciones muy rápidas, pero quien no sabe yerra y no le concede al tiempo el valor que tiene. Estamos perdiendo vidas humanas por la ineptitud del Gobierno y su mala gestión de la crisis. Hasta el 12 de marzo no se cerraron los colegios y hasta el 14 no se decidió el estado de alarma. Y no les pagamos para esto. En una empresa, un gerente toma decisiones, a menor escala, claro, que supusieran esta imprevisión y negligencia y es seguro que recibiría un puntapié de los propietarios. Ignoraron el riesgo, nuestro riesgo, y entre las medidas que tomaron estuvo autorizar las manifestaciones del 8-M, lo que puede salirles caro. Se perdieron tres semanas y cada semana cuesta vidas, como dice el presidente del Círculo de Empresarios, John de Zulueta, que añade que “en este Gobierno no han pisado una fábrica en su vida, no tienen ni idea de lo que es el negocio privado. Luego se han dado cuenta de que muchas industrias tienen que trabajar al menos al ritmo del domingo”. Pues esta es la etiología de la mala gestión, la (mala) politización de todo lo que tocan.

Digamos, por último, aunque se podrían decir muchas cosas más y no precisamente buenas acerca de esta calamidad que nos asola, que el ejemplo del Gobierno y de la clase política en general, brilla por su ausencia y crea agravios que pasarán factura. El Gobierno de la nación y los autonómicos y nuestros representantes en las muchas instancias en las que se sientan no participan de los sacrificios del pueblo y ni se les ocurre renunciar a parte de sus prebendas como no sea para hacer el ridículo frente a las penurias, no ya de salud, sino económicas que padece la población. Sólo el Rey, que ya estuvo a la altura de los tiempos cuando el golpe de Estado de los independentistas catalanes, parece que entiende dónde y cómo estamos. Lástima que sus facultades constitucionales sean las que son. Pero así están las cosas.

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