La lamentable situación en la que se encuentra el Estado en Cataluña se refleja en muchos pequeños y grandes espejos, uno de éstos en la falta de alojamiento para los policías y guardias civiles desplegados desde otros puntos de España. En unos casos duermen en cruceros y en otros en hoteles en los que la dirección les pide que se vayan. No son queridos por buena parte de los ciudadanos, quizá la mitad de los catalanes. A este punto se ha llegado porque se ha dejado hacer desde hace décadas y hoy nos encontramos, y esto ya supone la superación de cualquier línea roja imaginable, con la evidencia de que las resoluciones judiciales no se cumplen en Cataluña, sean las del Tribunal Constitucional o cualesquiera otras.
Como escribe el catedrático de Derecho Administrativo Santiago Muñoz Machado, todas las constituciones del mundo recogen dos herramientas imprescindibles “que las decisiones de una autoridad pública tienen que ser inmediatamente cumplidas por sus destinatarios; y (…) que si no son cumplidas voluntariamente pueda el órgano que las dictó imponer su cumplimiento usando medios coactivos que las leyes ponen a su disposición”. Pero aquí nos topamos con la prudencia del “no vaya a ser que empeoremos las cosas”, “vamos a esperar a ver si rectifican”… y así.
Naturalmente, todo esto envalentona a los rebeldes catalanes, que tienen un discurso preparado de Estado opresor y bla bla bla, aunque haya sido la Justicia, bajo cuyas faldas se ha refugiado el presidente y la vicepresidenta del Gobierno, quien haya dictado las resoluciones que impedían el 1 de octubre, por ejemplo.
Uno de los antecedentes del actual estado de cosas proviene del dogma fundacional del nacionalismo, la idea de que Cataluña es un asunto interno de Cataluña y no español, de ahí que los demás españoles no tengamos nada que decir, aunque la soberanía nacional resida en el pueblo español, pero ¿cuándo se ha visto que estos independentistas reconozcan el ordenamiento jurídico y su expresión máxima, la Constitución española? Pues en la ingenuidad de creer que sí seguía instalado el Gobierno este lunes cuando apurado el primer plazo va por el segundo, y después Dios dirá. Porque Rajoy solo mueve pieza cuando no puede aguantar más.
En esta prueba que vive España a propósito de Cataluña estamos chequeando no solo a este presidente pusilánime y a su Gobierno, del que no dimite nadie, sino al resto de la clase política, sin duda muy por debajo de la altura de miras que se le podría suponer. El Rey sí ha estado donde y como debe, y su mensaje no solo se ha dirigido hacia la Generalidad y los rebeldes sino también al Ejecutivo, al que ha instado a defender la unidad de España y a los españoles de Cataluña. La frase de Puigdemont a Felipe VI de Així no, revela su disgusto. ¿Cómo debería ser, acaso como él quiera?
Aunque los delincuentes políticos y económicos de Cataluña empiecen a titubear -Más con su “Cataluña no está preparada todavía para la independencia” y Junqueras con su ya frecuente temblor de piernas- encuentran un cierto consuelo con la visión de alguna prensa internacional, con The New York Times al frente. Pero lo realmente bochornoso resulta de que no solo TV3 esté con los golpistas sino ¡Radio Nacional de España en Cataluña! Pero si TVE, tan dispendiosa ella cuando quiere, no destacó ningún helicóptero a la gran manifestación de Barcelona en la que casi un millón de españoles pidió seguir siendo españoles. Y es que la relación del PP, y del Gobierno, claro, con la comunicación siempre ha sido así de pudorosa.
A estas alturas de esta obra dramática, ya sabemos que esa consigna de Avui paciéncia, demá independencia se ha hecho casi realidad y poco queda para que el “casi” desaparezca.
Lo peor puede está por venir porque el compromiso que le ha arrancado Pedro Sánchez a Rajoy de reformar la Constitución en seis meses nos va a traer una nueva que no solo no va a corregir las limitaciones de ésta sino que va a permitir nuevas cotas de poder a algunas comunidades que no se concebían ni en 1978 ni antes del 1-0.
Es conocido que los procesos constituyentes se sabe dónde comienzan, pero no dónde acaban, sobre todo en países como España con cuentas pendientes consigo misma. De ahí la urgencia y la necesidad vital para España de resolver este grave conflicto que aqueja al Estado con la determinación que ya le ha pedido el pueblo español.
ana
17 octubre , 2017Creo que la situación requiere de la clase política que tengan las ideas claras, y que sean capaces de unir fuerzas para defender el interés de todos los españoles, no el interés de unos cuantos que miran más por su bolsillo o por sus réditos en las urnas. Sánchez es un politicucho que se coloca, como no podía ser de otra manera transversalmente, y que no ve más allá de las próximas elecciones, así que trata de contentar a los insurrectos obligando al gobierno a modificar una constitución en tiempos en que debería ser motivos de preocupación el bienestar de todos los españoles. Del coletas mejor no hablar. Lo importante señores del parlamento español es determinar cuales son las PRIORIDADES, actuar en defensa del BIEN COMUN, retomar las riendas en EDUCACION Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN FINANCIADOS por las clases políticas, no solo en Cataluña, allí donde se vulneren los derechos de los ciudadanos a una información plural, fidedigna y contrastada, defender nuestros valores comunes a todo el territorio nacional, sentirnos orgullosos de nuestros logros en la historia, reconocer nuestros fracasos, que tenemos como todos los pueblos de la tierra, pero en menor medida de lo que los demás nos asignan, que ya nos ha costado llegar hasta aquí, defender nuestro patrimonio común, respetando nuestras diferencias que sirvan para enriquecernos y no para dividirnos. Mientras que no se hable con claridad y se coloquen todos a una contra esta manada de descerebrados, todos estarán colaborando con ellos. cuando un hijo pega contra su madre, no podemos darle la oportunidad de que vuelva a repetirlo. En mi pueblo hay un dicho : "más vale una colorá que cien amarillas". Por tanto, exijo de los dirigentes de este país que se ataje este problema de raíz, y se pongan todos los poderes del Estado de Derecho a ello. No podemos perder más tiempo contemplando.