Editorial - Churchill contra Chamberlain - El Sol Digital
Editorial – Churchill contra Chamberlain

Editorial – Churchill contra Chamberlain

Arthur Neville Chamberlain fue un político conservador británico que llegó a primer ministro del Reino Unido entre 1937 y 1940. Ha pasado a la historia no por algún mérito especial sino por su política de apaciguamiento (appeasement) con la Alemania nazi en la Conferencia de Múnich de 1938. Su proceder no era otro que transigir con las política expansionistas del  genocida Hitler y del dictador Mussolini, lo que en la práctica se tradujo en ceder a sus pretensiones para así, supuestamente, evitar un conflicto armado en Europa.

El gobierno de Chamberlain evitó así, incluso, cualquier crítica al fascismo italiano cuando la invasión de Abisinia y tampoco tomó medida alguna cuando Alemania se quedó con Austria. Esa fue su política pese a la complicidad criminal que conllevaba.

También habría que decir mucho de su comportamiento en la guerra civil española y su reconocimiento del nuevo régimen del general Franco, pero lo realmente importante fue la llamada crisis de los Sudetes, que evidenció la pretensión nazi de anexionarse la región checoslovaca mediante provocaciones y violencia de los alemanes étnicos. Precisamente, para resolver este conflicto se celebró la Conferencia de Munich en la que el dialogante Chamberlain trató de que Hitler renunciara a sus pretensiones, sin conseguirlo, claro, plegándose al afán imperialista del Führer, al que aseguró que Gran Bretaña no intervendría, postura que arrastró también a Francia. El funesto político británico justificaba su cobarde proceder ante la opinión pública de los británicos explicando que «sería terrible para nosotros prepararnos para una guerra motivada por un pueblo lejano y por gentes de las que nada sabemos«.

Pero Winston Churchill, que era amigo personal del sujeto, lo censuró severamente porque no solo se perdía como aliado a Checoslovaquia sino, sobre todo, porque Churchill nunca creyó que Cheslovaquia fuera el fin de los deseos territoriales de Hitler y, por esta razón, declaró: «A nuestra patria se le ofreció entre la humillación y la guerra. Ya aceptamos la humillación y ahora tendremos la guerra«. Lo que sucedió después ya saben…, una guerra mundial y, finalmente, millones de muertos por ambas partes, pero también la derrota del genocida.

Otros muchos episodios históricos que antes de este que recordamos, y después, se han sucedido en nuestro mundo, aunque no sean en absoluto de la misma naturaleza, plantean el dilema de qué hacer cuando de la negociación con el enemigo o el adversario se trata, ¿apurarla hasta sus últimas consecuencias?, o ¿proceder según los antecedentes de nuestro contrario?, ¿dejar hacer o plantar cara a quien paso a paso se adueña de nuestras vidas?

Deja un comentario

El email no será público.