Dignidad y Justicia, que preside Daniel Portero, llevó a la Fiscalía el mes pasado el llamamiento “Alerta antifascista” de Pablo Iglesias e Irene Montero la misma noche de las elecciones autonómicas y que al día siguiente ya ocasionó daños públicos y agresiones en varias ciudades andaluzas. Desde entonces, no han cesado las violencia física y/o verbal contra Vox, a la que se suman desde hoy martes en la calle las organizaciones feministas. La denuncia de Dignidad y Justicia es por incitación al odio, concepto éste que habitualmente usa la izquierda y la extrema izquierda contra los que no piensan como ellas pero que ahora tiene un interesante encaje en esta alerta antisistema que lleva a algunos energúmenos a lo suyo, la descalificación apriorística y la violencia. Quienes calientan la calle se puede encontrar que la calle y los electores le vuelvan la espalda.
Es sabido que los resultados de las urnas no complacen mucho a quienes pierden y el recurso más a mano es echarle la culpa al “enemigo” y así evadir las responsabilidades políticas propias por los malos resultados. Son los casos de Teresa Rodríguez, Maillo y Susana Diaz, a los que no se les ha ocurrido dimitir por sus fracasos respectivos.
Es muy peligroso este juego de llamar a zafarrancho de combate como si estuviéramos en una guerra, y de hecho muchos podemitas y los comunistas en general parece que libran una guerra. El daño que hacen la izquierda y la extrema izquierda a la convivencia pacífica y plural entre los españoles es grande y puede ir a más dependiendo de cómo se sucedan los acontecimientos. Por esta razón, es muy oportuno que Dignidad y Justicia -que ha destacado en su persecución del terrorismo y sus cómplices- dé este paso al frente contra el odio.