Es el día hasta el que se trabaja desde el primero del año únicamente para pagar impuestos, ya a partir de ese momento uno trabaja para sí y los suyos. Para el español medio, ese día fue el 28 de junio; es decir, 178 días de trabajo para pagar toda clase de tributos de las demasiadas Administraciones Públicas con que contamos y a las que alimentamos. Por término medio, se aportan 12.038 euros, naturalmente unos ciudadanos muchísimo más que otros.

El caso es que la mayoría no somos conscientes de este gran esfuerzo que hacemos para el sostenimiento del Estado, como tampoco de lo que recibimos de él, por ejemplo, una plaza en un instituto público cuesta 6.000 euros, 9.000 en el caso de la Universidad, y así. Pero sabemos, y aquí es donde nos duele, que también se despilfarra mucho dinero público o va a los bolsillos de quienes no corresponde, o no se aplican criterios de eficiencia económica o… muchos o. Si fuésemos mucho más exigentes, y tenemos derecho a ello, con nuestros dirigentes públicos, otra sería nuestra realidad, porque son ellos los que gestionan nuestros impuestos, bien, mal o regular. Un país es más libre también por el control que ejerce sobre sus administradores, y por la dieta a la que están sometidos sus organismos públicos.