No es ningún secreto que el PSOE se define como republicano, pero hasta la fecha y desde la restauración de la democracia hace cuatro décadas, su trayectoria política ha sido respetuosa con la Corona. Hoy no es así. El hecho de que se haya entregado a una negociación con ERC, que son republicanos y separatistas, después de haber pactado un futuro gobierno con Podemos, que son comunistas y, por tanto, enemigos de la democracia como la concebimos en Occidente, y también republicanos, condiciona gravemente su convivencia institucional con la Monarquía. De hecho, el pasado discurso de Nochebuena de Su Majestad Felipe VI, no ha sido, como en años anteriores, valorado positivamente por el Gobierno, dado que fue duramente criticado por ERC y otros golpistas. Podemos e IU, en una clara táctica de disimulo, también se han callado, pese a que suelen ponerlo a caldo.

Estas amistades peligrosas del PSOE -al PSC solo podemos referirnos como cómplice y compañero de viaje de los golpistas catalanes, senda en la que ahora le acompaña el partido madre- dan cuenta de los pocos escrúpulos de Pedro Sánchez en cuanto a sus aliados políticos y manifiestan a las claras que en aras del poder poco le importa al presidente en funciones hacer dejación de los valores constitucionales. Que no es de fiar ya lo sabíamos, que ahora comprometa también a la Monarquía constitucional española es un nuevo dato que habremos de tener muy presentes para vigilarlo muy de cerca, como corresponde en una democracia, y para no votarlo cuando se presente la ocasión.

Bien harían los barones territoriales del PSOE, esta vez en serio, en atar corto al también secretario general de su partido si no quieren arruinarse con él en el mayor descrédito político al que ha llegado un dirigente de la nación española desde que se proclamó la Constitución.