El Orgullo Gay de Madrid veta a PP y Ciudadanos pero sí permite carrozas de PSOE y Podemos. Es lo que se lee en la noticia distribuida en numerosos medios el pasado 11 de junio.  Tratándose de un colectivo, el LGTBI, que pide inclusión e igualdad, parece cuanto menos injusto que vete a dos partidos constitucionales que querían apoyar su manifestación. Así se identifican los organizadores con la izquierda y la extrema izquierda, allá ellos. La ideología política los hace sectarios, cosa que ya se sabía de ediciones anteriores y por si quedaba alguna duda. Se reservan el derecho de admisión, como en los viejos tiempos, un derecho que rechazan cuando los intolerantes se lo aplican a ellos mismos.

Pero conviene distinguir entre los derechos de los gays y el lobby LGTBI. Los primeros merecen todos los respetos como personas que son, el lobby puede gustar o no, aunque como lobby sectario y con manifestaciones tumultuosas y exhibicionistas concita no pocas críticas. No es obligatorio, ni mucho menos, apoyar y coincidir con el Orgullo Gay, respetar a las personas sí.

Quienes en Madrid han tomado la decisión de excluir a PP y Cs le han prestado un flaco favor a quienes supuestamente defienden, que son muchos más de los que salen a la calle. La mayoría de las lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales no están representados en estas organizaciones, pero no tienen un megáfono ni tribunas públicas para hacer oír su voz. Pues hora es de que se les oiga si comparten los posicionamientos sectarios de los organizadores de Madrid. Sería muy esclarecedor.