El gobierno de España, como el de cualquier país democrático, es producto de su sistema electoral y de la voluntad de sus ciudadanos, lo que resulta una obviedad, por lo que no se trata de una imposición de ningún poder de fuera sino del número de votos de los de dentro que, en nuestro caso, han posibilitado una coalición de gobierno socialcomunista. Si los españoles no hubieran votado suficientemente a PSOE y Podemos, y también a ERC, Bildu y otros grupúsculos, este no sería hoy el Gobierno de España. Convienen estas reflexiones porque pareciera que el Gobierno no es resultado de las urnas y, por tanto, no es lo que el pueblo ha votado, pero claro que lo ha votado, no como tal gobierno sino como suma de fuerzas que lo posibilitan. Es por esto que el pueblo español debe discernir si la política que se sigue tras cada Consejo de Ministros y votación parlamentaria es la que él creía haber votado y obrar en consecuencia, no solo en las próximas elecciones sino en su día a día.
Claro que se puede mirar a corto y largo plazo y si a corto el gasto público va a satisfacer muchas voluntades pues a largo éstas se volverán lanzas con toda seguridad. Es el caso de la aprobación del techo de gasto en sesión parlamentaria gracias a las abstenciones de ERC y Bildu y los votos favorables de los dos partidos que forman el gobierno, uno de ellos de extrema izquierda y el otro contagiándose. La ministra Montero incluso, sorpresivamente, sumó al aumento del 3,8 por ciento de este año 2020 un 3 por ciento adicional para 2021. Recuérdense, por tanto, estos incrementos porque no les quepan dudas que tendremos que pagarlos, y con intereses.