La ausencia del Rey en el acto de entrega de despachos en Barcelona a los nuevos jueces españoles, por indicación del Gobierno y para complacencia de los golpistas catalanes, es una afrenta a la Monarquía, a la figura de Felipe VI y, por extensión, a todos los españoles. La voluntad de poder, a costa de lo que sea, del presidente Sánchez representa un precio altísimo que pagamos todos en forma de erosión de la democracia. Cuando el Gobierno no recurre a Franco, recurre al Rey para salvar sus imposturas.
Llegados a este punto de la legislatura, y con más de 50.000 compatriotas muertos por la pandemia en una crisis que internacionalmente ha reconocido a España como el país peor gestionado, podemos decir que Sánchez y su Gobierno de ultras acaba con lo que conocemos de la democracia española, o los españoles iniciamos una ofensiva ciudadana en todos los frentes legales para desplazarlo de la presidencia y volver a la normalidad de un gobierno para la recuperación nacional.
Que el ministro de Justicia haya sido grabado al decir que “se han pasado tres montañas”, en referencia a los jueces asistentes al acto referido, revela lo que él entiende que debería haber sucedido, es decir, la sumisión de un poder independiente a las decisiones políticas del Ejecutivo. Pues bien, este régimen no lo queremos para los españoles. La politización de la Justicia por parte de los partidos del arco parlamentario y de la Fiscalía General del Estado por parte del Gobierno -situando al frente a una mujer sentada en la bancada socialista hace solo unos meses- son signos evidentes de la metástasis que sufre el Estado de derecho en España. Pero la contestación de muchos jueces a la práctica política de este Gobierno ultra es un ejemplo de disconformidad como pocos se han conocido hasta la fecha.
Que el acto, además, haya tenido como escenario Barcelona, capital de la sedición independentista, que condenó expresamente Felipe VI en su día, es muy ilustrativo del mercadeo que se trae el Gobierno con los políticos delincuentes catalanes -con los vascos canjea terroristas presos por Presupuestos-.
Un demócrata no puede menos que condenar con energía este nuevo acto del Gobierno contra el mismo Estado y todos los españoles de bien. A partir del viernes pasado hay un antes y un después en el qué hacer de cada uno de nosotros.