Según una reciente encuesta de SocioMétrica, el 41,2 por ciento de los españoles cree que hay “demasiados” inmigrantes en España. La encuesta se realizó a 1.000 personas entre el 22 y el 30 de agosto pasado, justo después de los saltos masivos y violentos a la valla de Ceuta. Un 27,9 por ciento de los consultados considera que hay “suficientes” inmigrantes en nuestro país y solo un 8,6 por ciento que hay pocos, pero el 30,9 por ciento prefiere no manifestarse sobre esta cuestión.
Parece evidente que el español en general es muy tolerante con la inmigración ilegal, y pese a ser ilegal, pero entiende que todo tiene un límite. Vivimos semanas de buen tiempo con cientos de inmigrantes en pateras que arriban diariamente a nuestras costas o son rescatados en la mar. Que estos desembarcos sean una foto habitual en los medios no debe llevarnos a la resignación de que esto es así y seguirá siendo así. Las cosas deberían cambiar y pueden cambiar. España debe estudiar con rigor y realismo cuál es su capacidad de acogida y no salirse del resultado de estos cálculos. Pese a nuestra baja demografía y la necesidad de trabajadores, se necesitan otros que no vienen en patera ni saltan las vallas agrediendo con ácido a la Policía y la Guardia Civil. El nivel de cualificación también es importante y la Unión Europea es un gran mercado de trabajo que permite la contratación de los profesionales que se precisen.
Dejar pasar y mirar para otro lado será también condenar a la marginación y el delito a quienes hasta aquí llegan cargados de esperanza pero sin un mercado laboral que pueda absorberlos, y esta sinrazón provocará, además, el surgimiento de brotes xenófobos cuando no racistas contra quienes se establezcan en España. Se trata de un problema que no admite demoras en el inicio de su solución.