Editorial - Hasél y la noche de los muertos vivientes - El Sol Digital
Editorial – Hasél y la noche de los muertos vivientes

Editorial – Hasél y la noche de los muertos vivientes

Pablo Hasél es un delincuente y por eso está en prisión, y después tiene otras causas que pueden depararle nuevas penas, y esto en democracia, porque en una dictadura como las que le gustan quizá habría sido fusilado o afrontara penas mucho más largas de privación de libertad si se hubiera atrevido a la más mínima crítica. Y Hasél no está en prisión por cantar mal, lo que resulta obvio, sino porque nuestro ordenamiento jurídico, votado por nuestros representantes libremente elegidos, estima que se puede delinquir -en España y en la inmensa mayoría de países democráticos- con las palabras, y son los casos de las injurias (artículo 208 del Código Penal), las calumnias (artículo 205), las amenazas (artículo 169) y el falso testimonio (artículo 458). Así que Hasél no está en la cárcel por rapsoda, de lo que no tiene nada, y de mártir de la libertad de expresión menos aún. Hasél es un enemigo de la libertad de expresión con un largo historial de agresiones. En Hasél es falso hasta su apellido, que es Rivadulla.

Este angelito es un tipo violento desde hace años, agrede a periodistas, a testigos, a quien se le ponga por delante, y está muy bien en la cárcel y allí debe seguir como cualquier delincuente y sin privilegio alguno, como todos los ciudadanos que han delinquido. Aunque la izquierda no condene sus actos y no condene tampoco las algaradas en la calle con 150 detenidos y más de 200 heridos y el destrozo de mobiliario urbano -que es público- y el asalto de comercios para robar. Porque entre los que causan el terror urbano, sea en Barcelona, Madrid o Granada, también hay ladrones, por supuesto, como muchas imágenes de móvil y televisión han mostrado, y no solo ahora.

Pero lo grave de esta enésima oleada de fuego y violencia es que el presidente del Gobierno, del Gobierno de España, haya tardado tres días en salir a condenar los hechos y no señale a su socio Podemos como la principal fuerza que alienta los disturbios y los mande a casa y se apoye en fuerzas constitucionales.

Pero ¿por qué los militantes socialistas están callados ante esta expresión de odio contra nuestro sistema democrático del socio del secretario general del PSOE? Si no es cobardía, se parece mucho. Esta responsabilidad por omisión será recordada en la historia del PSOE.

Lo que sucede desde hace años en España, pero especialmente ahora, no es una broma, es un plan que se diseña en el Foro de Sao Paulo, donde se preparan las dictaduras del futuro y a este grupo de asalto de comunistas y aliados pertenecen José Luis Rodríguez Zapatero e Irene Montero. Por eso empiezan a hablar de que nuestra democracia es cuestionable, para cargársela, como si ellos tuvieran idea de qué es la democracia o hubieran construido alguna, precisamente, es lo contrario, son devotos de las dictaduras comunistas que todavía subsisten en el mundo, quizá las más escandalosas ahora sean la venezolana y la cubana, pero hay otras tantas en Hispanoamérica y Asia.

Si para mantenerse en el poder todo vale, como demuestra en la práctica Pedro Sánchez, sepan los socialistas que, como siempre ha sucedido en la historia con los comunistas, después de la derecha vienen ellos mismos, y entre tanto, todos nosotros. Estos disturbios de estos rabiosos que parecen sacados de una película mala de zombis preparan el terreno entrenándose para amedrentarnos y robarnos un centímetro más de libertad cada día.

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