A cualquier español mínimamente interesado en conocer su entorno, no le resulta desconocido, sino todo lo contrario, abusivo, el intento por parte del Gobierno -principalmente, pero también de sus aliados mediáticos y otras instancias de poder- de perseguir y neutralizar cualquier visión distinta de la oficial de la realidad, sea esta la guerra civil y el franquismo -leyes de Memoria Histórica y Memoria Democrática-, la sexualidad -se acaba de represaliar a un profesor de Alcalá de Henares por decir que hay dos sexos-, la ineficiencia y algo más en la gestión de la pandemia -más de 140.000 muertos- o los análisis de la inmigración o los indultos a los golpistas catalanes, por poner solo unos ejemplos de actualidad. Y el Gobierno hasta consigue aliados supranacionales para sus turbios propósitos, como la Comisión Europea, con 140.000 millones de euros, o el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, bendiciendo los indultos a los políticos delincuentes catalanes.
Esta caza de “herejes” y la difusión constante de fake news por el Gobierno resultan preocupantes. Unido a lo anterior, el adoctrinamiento en los colegios, la labor tóxica de los medios que comen de la mano de la Moncloa -o los gobiernos, si consideramos a las comunidades autónomas- y el papel de las asociaciones, ongs y otros chiringuitos dispuestos a ayudar a Sánchez, hay razones más que fundadas para que la sociedad española, primero, tema y desconfíe de lo que sucede y, segundo, se movilice contra este Gobierno censor e inquisitorial que quiere controlar qué pensamos para que sus políticas parezcan inmaculadas.
La batalla de las ideas -en la que no se conoce al PP y Ciudadanos- es fundamental hoy en la preservación de la democracia y las libertades públicas. Si el activismo izquierdista campa por sus respetos y no encuentra oposición, o muy débil, entre los ciudadanos, poco a poco, la sociedad se irá uniformando ideológicamente del color de quienes se sientan en el Consejo de Ministros y no llaman dictadura a los sistemas tiránicos de Cuba o Venezuela. ¿Por qué será? Las redes sociales, las tribunas de opinión de los medios informativos, los foros y debates que se organizan en los pueblos y ciudades de España… cualquier medio debe ser aprovechado para denunciar estas mentiras edulcoradas con tanta hipocresía como recursos económicos.