Editorial - La cara oculta de Facebook y la red mayor que nos atrapa - El Sol Digital
Editorial – La cara oculta de Facebook y la red mayor que nos atrapa

Editorial – La cara oculta de Facebook y la red mayor que nos atrapa

El informe que acaba de publicar el primer diario financiero del mundo, The Wall Street Journal, sobre Facebook es muy claro acerca de la naturaleza del gigante tecnológico: lo mismo exacerba las tensiones que desembocan en odio a través de su red en Cataluña, que sirve de canal de comunicación de redes criminales en todo el mundo. El monstruo de Mark Zuckerberg, su empresa, reparte odio y desinformación en proporciones difíciles de precisar pero excesivamente copiosas, y pese a sus golpes de pecho la compañía cumple muy deficientemente su bla bla de lo que podríamos llamar responsabilidad corporativa en cuanto al control de los contenidos, y lo hace intencionadamente porque así beneficia su negocio multimillonario.

Con 3.000 millones de usuarios, Facebook  ha dejado de crecer prácticamente en Norteamérica y Europa, pero sí lo hace en el Tercer Mundo, inmensos territorios donde deja pasar mensajes hasta delictivos. Business is business. Por ejemplo: un cartel mejicano de la droga ha utilizado Facebook para reclutar, entrenar y pagar a nuevos sicarios, concretamente el Cartel Jalisco Nueva Generación, que tiene páginas en Facebook y en su filial Instagram. Se trata de hechos muy graves. Pero la red azul tiene similares conductas en otras muchas partes del mundo, como en las campañas de limpieza étnica en Myanmar y en Etiopía y en numerosos negocios delictivos del Tercer Mundo. Lo deleznable es que con esta moral se atreva a cerrar sus páginas a Donald Trump en los EEUU mientras que las mantiene abiertas a los terroristas talibanes. Esa es su verdadera naturaleza de la que todos debemos sacar las oportunas enseñanzas. Una muestra más: los traficantes de seres humanos en el Próximo y Medio Oriente emplean la red para atraer a mujeres hacia empleos abusivos y hasta aquellos en los que se abusa sexualmente de ellas. ¿Seguimos?

La insuficiencia de medios para controlar los contenidos, lo repetimos, es consciente para hacer caja, y su prepotencia con las leyes nacionales e internacionales resulta manifiesta para alcanzar su actual impunidad y ventajas sobre cualquier posible competencia, distorsionando irreparablemente el libre mercado para su lucro personal. Pero las plataformas tecnológicas -y junto a Facebook e Instagram, Twitter, Amazon, Microsoft, Google…- forman parte de un entramado mayor en el que el sabelotodo Bill Gates, Naciones Unidas -cuyo secretario general Antonio Guterres estuvo hace poco en Madrid con Sánchez para apoyar los indultos a los golpistas del procés-, la OMS -de infausta memoria por su gestión de la pandemia- y la UE -que no afronta una crisis con éxito, desde la de refugiados en 2015 a la reciente de Afganistán-, entre otros actores, con una parte importante del stabishment norteamericano, nos dicen qué tenemos que saber y qué no, cómo alimentarnos y cuál es el futuro climático del planeta, entre una miríada de pequeñas y grandes decisiones de nuestras vidas. En esta tesitura, y por razones de higiene mental y moral, podemos y hasta debemos desconectarnos de estas peligrosas redes que, como Facebook, nos atrapan.

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