Es algo comúnmente aceptado que este Gobierno rectifica más que acierta. El caso de las 400 bombas de precisión que la nunca bien ponderada ministra de Defensa dijo, muy segura ella, que no se iban a vender a Arabia Saudí, ya está decidido que, por supuesto, se venden cuanto antes. ¿Cuál ha sido la razón de este cambio tan brusco? Pues no es otra que la salida a la calle de los trabajadores de Navantia, los astilleros de San Fernando (Cádiz), que vieron peligrar, por represalia, las cinco corbetas que tienen encargadas los saudíes. Bueno, y las anticipadas elecciones andaluzas. Cortaron las carreteras, incendiaron barricadas… vamos, lo que hay que hacer para que te escuchen. Y los escucharon. El Gobierno no quiere más problemas de los que tiene y cede al primer empujón, de lo que toman nota desde los separatistas a los inmigrantes ilegales pasando por otros muchos. Es un Gobierno muy sólido con sus 84 diputados.
Pero los trabajadores de los astilleros también merecen unas palabritas. Que defiendan sus puestos de trabajo, algo muy natural, no les da derecho a perjudicar a los ciudadanos que se desplazan por carretera. No todo vale. ¿La protesta fue ilegal?, ¿el subdelegado del Gobierno hizo cumplir la ley?, esa es otra. Estos trabajadores son solidarios con ellos mismos, es decir, que no ven, ni quieren, más allá de su casa: si las bombas que gritan que el Gobierno venda a Arabia Saudí matan yemeníes o no ese no es su problema -es la nueva versión del internacionalismo proletario-, ellos quieren sus puestos de trabajo por encima de cualquier otra consideración. Hasta Kichi, el atrabiliario alcalde de Cádiz, se posiciona para que se vendan las bombas, “nosotros no decidimos las guerras”, afirma.
La portavoz del Gobierno, Celáa, un manojo de habilidades ella, dice que como las bombas son de precisión no van a matar inocentes o producir daños colaterales. Semejante tontería solo la soporta ella. Vamos, que las bombas distinguen, o los pilotos que las accionan, quién está conmigo y contra mí. Si no fuera dramático, sería gracioso.