Creíamos que el todavía presidente Sánchez se había levantado la careta un ratito con la derogación del artículo 315.3 del Código Penal, mediante la Ley Orgánica 5/2021, jaleada por los sindicatos subvencionados CCOO y UGT, y que fue aprobada en el Congreso por los votos de socialistas y podemitas. Lo derogado penalizaba la violencia de los piquetes llamados misericordiosamente informativos, es decir, violentos, que ejercían su oficio en las huelgas para disuadir a quien quisiera trabajar, los esquiroles les llamaban los de la silicona. Decía así el artículo 315.3: ”Quienes actuando en grupo o individualmente, pero de acuerdo con otros, coaccionen a otras personas a iniciar o continuar una huelga, serán castigados con la pena de prisión de un año y nueve meses hasta tres años o con la pena de multa de dieciocho meses a veinticuatro”. Pues nada, barra libre para los violentos, suprimimos cualquier limitación a los sindicatos para que coarten la libertad de los que quieren trabajar. Pero, mire usted, llegan ahora los transportistas y les llaman “ultraderecha” porque no son de los suyos y el Gobierno activa nada menos que a 23.598 agentes para blindar los transportes. ¿Ahora no se están cargando los socialistas las conquistas de los trabajadores?, pero ¿no habíamos quedado que el derecho a la huelga se defiende como CCOO y UGT nos habían enseñado a los españoles durante toda la vida? Pues no, esta huelga, y otras, no son del agrado del Gobierno y entonces la ley pues… Pero no son solo los transportistas, también los cazadores, los agricultores, los taurinos, los regantes, las cooperativas agroalimentarias, los pescadores… sálvese quien pueda. Por supuesto, los sindicatos miran para otro lado y no apoyan las justas reivindicaciones de los trabajadores que protestan. Ni están ni se les espera, business is business.

Estos y otros colectivos con los que el Gobierno no se sienta a negociar -eso sí, el diálogo cuando me conviene- no saben que el Gobierno sí negocia con los simpatizantes de ETA y los golpistas catalanes y que sus ataques a las libertades y las leyes nunca fueron obstáculos para que Sánchez pactara con ellos, sea la reforma laboral o los Presupuestos Generales del Estado. ¿O sí lo saben? Y es que Sánchez en el interior de una pequeña muñeca de madera encierra otra, y otra…