No ha sido una sorpresa. La UE, la OTAN, la ONU, EEUU… todos han dejado sola a Ucrania frente al oso ruso. Y España, claro, que tiene 800 militares cerca del país agredido, pero que son “fuerzas de disuasión y defensa, no de carácter ofensivo”, en palabras de la inefable ministra de Defensa española. ¿Qué nos pasa, que no podemos combatir en el exterior -y en el interior, según y poquito- contra los enemigos de la libertad?, ¿por qué Francia sí -que tiene 5.000 soldados en Mali pegando tiros a los yihadistas-, por ejemplo, y nosotros no? Tenemos un complejo que nos margina de los grandes protagonistas del mundo y nos impide salir de la segunda división. La embajada de Ucrania en España ha manifestado, y con evidente razón, que “las declaraciones no protegen de las balas”.
Un pueblo que se está jugando la soberanía nacional y la independencia está solo frente al peligro y nadie osa defenderlo porque, dicen, no pertenece a la OTAN. ¿Desde cuándo no se puede defender a un amigo cuando un canalla le ataca? Pero esta es una gran lección para todos acerca de la confianza que podemos albergar frente a estas organizaciones supranacionales.
De la UE ya sabíamos que jamás ha respondido a una crisis a tiempo y cómo debía, sea por su falta de rapidez en reaccionar contra la pandemia, su silencio ominoso sobre China en la responsabilidad de la monumental crisis sanitaria; sea cuando la masiva ola de refugiados, principalmente sirios, de 2015, que desbordó las fronteras comunitarias; los ataques yihadistas del mismo año en Francia y Bélgica, o antes el 11-M de 2004 en Madrid… y así todo.
En cuanto a la OTAN, como han apuntado algunos analistas, estaba en muerte cerebral, aunque no hay que olvidar que tuvo periodos de hiperactividad que entran en contradicción con sus reproches de ahora a Rusia. Así, el 15 de enero de 1992, los países europeos de la CE y la comunidad internacional reconocieron la independencia de Eslovenia y Croacia, provocando el fin de Yugoslavia -ahora se espantan de que Rusia reconozca la independencia de las provincias ucranianas de Donetsk y Luhansk-. No se olvide que las guerras yugoslavas fueron los conflictos más sangrientos en territorio europeo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, entre 130.000 y 200.000 muertes, además de millones de desplazados. Compárense estas cifras y las actuales en Ucrania. La OTAN, además, desarrolló una campaña aérea contra el Ejército de la República Srpska en el verano de 1995 con nuevas bajas y, en 1999 hubo más bombardeos de la Alianza Atlántica contra la República Federal de Yugoslavia, con 2.500 serbios muertos. De estas masacres no dice nada la OTAN, ni fueron sancionados los culpables, entre otros Javier Solana, secretario general de la organización multinacional.
Pero regresemos al actual conflicto. Putin ya sabía que Europa tiene miedo y que ha educado a sus hijos en la ficción de que las guerras les suceden a otros y que son malas, aunque no les enseñe cómo enfrentarlas si te invaden, con lo cual la paz resulta imposible si el agresor sí sabe hacer la guerra y está preparado, y tú no, como sucede.
De muestra, un botón. Por vez primera, la UE compra y entrega armas a un país atacado, Ucrania. El importe será de 500 millones de euros. ¿Por qué tan tarde? Es uno de los tabúes de la Vieja Europa, que solo ahora, ante la cruda realidad, ha caído en que la paz se defiende también con las armas. Y es que la UE vive en un mundo imaginario, sin los pies en la tierra.
Pero más grave es que la Comisión Europea prohíba las emisiones de RT y Sputnik en su territorio, lo que significa un mazazo a la pluralidad informativa, ¿es este el modelo de Europa que promueve la UE y que cuando no le gusta lo que otros dicen les tapa la boca? No creemos, ¿verdad?
¿Y qué decir de la izquierda escondida del no a la guerra cuando la invasión por Irak de Kuwait y que ahora se manifiesta ¡contra la Alianza Atlántica!?, sí, la izquierda comunista de Garzón y la podemita y muchos socialistas que ya no saben qué defienden a causa de sus demonios de siempre. Pero, en general, lo importante es que este pacifismo hueco que dice defender la clase política española no garantiza nuestra seguridad ni por asomo, porque dedicamos apenas el 1,02% de nuestro PIB a Defensa –muy lejos del 2 por ciento que nos reclaman, incluso, nuestros socios–. Eso es ponérselo fácil a los estados okupas de hoy. Desgraciada Ucrania, cobarde Occidente.