Editorial - ¿Sería excesivo aplicar la ley en Cataluña? - El Sol Digital
Editorial – ¿Sería excesivo aplicar la ley en Cataluña?Quim Torra y Pedro Sánchez

Editorial – ¿Sería excesivo aplicar la ley en Cataluña?

Parece como si pensáramos que los problemas políticos se resuelven solos, sin nuestra intervención. Nos referimos a Cataluña, y a lo que debe pensar este Gobierno, que deja que los problemas se pudran y vayan a peor; por utilizar un símil médico, que el tumor degenere en metástasis, lo que sería una práctica médica culposa.

El reciente encuentro del presidente Sánchez con el presidente de la Generalidad en Pedralbes tiene unos efectos perversos en el conflicto que mantiene el gobierno catalán con el Estado. En primer lugar, los golpistas catalanes consiguen su “cumbre” política y de tú a tú con el Gobierno de la nación, aunque no hayan estado todos los ministros y consejeros. Uno a cero a favor de los rebeldes.

Segundo, el presidente del Gobierno de España sigue insistiendo en la cultura del diálogo. ¿Quién se opondría a esta mágica palabra preñada de buenismo y esperanza? Pues cualquier gobernante sensato que mire hacia atrás y advierta que “el diálogo” del Gobierno de Rajoy, protagonizado por la vicepresidenta del Gobierno, Sáenz de Santamaría, no dio más fruto que alimentar económicamente con dinero público el golpe de Estado. Los sediciosos no solo no han dado un paso atrás sino que han dado más pasos en dirección a sus objetivos y están más acerca de alcanzarlos. ¿Cuáles? Ya no tienen un gobierno de España que hable del 155, el gobierno necesita de ellos para los Presupuestos, siguen controlando una fuerza armada de 17.000 hombres, y el aparato de propaganda de TV3, siguen con sus preparativos para oponerse y desvirtuar el juicio a los presos y otros procesados… En suma, se deja hacer y ellos aprovechan esa libertad.

Tres. Nos hemos acostumbrado a que no se aplique la ley en Cataluña y esto consolida de facto, pero también subjetivamente en las mentes de estos delincuentes, la iniciativa política que mantienen -el Estado, con la Justicia al frente van por detrás-, y como suben peldaños de la escalera de la independencia cada día que pasa costará más bajarlos de donde se encuentren y será mayor la dificultad y el grado de enfrentamiento que será preciso emplear para el restablecimiento de la legalidad violada.

Cuatro. Este escenario está siendo observado y estudiado por otros protogolpistas, como las fuerzas nacionalistas vascas -que avanzan también en su maniobra anexionista de Navarra-, por no sumar otras que crecen sin obstáculo alguno, como los nacionalistas valencianos y de Baleares. Pero otros países no permanecen ciegos a las repetidas muestras de debilidad del gobierno español, desde nuestros socios europeos al siempre impredecible vecino del sur, Marruecos, con el que ya hemos tenido conflictos en Sidi Ifni, Sáhara y Perejil.

Quinto. El esfuerzo político y económico que se hace con Cataluña, que con cuya actitud victimista siempre se lleva más dinero en cada desafío al Estado, es un agravio comparativo de primera magnitud para otras comunidades autónomas, todas hartas de ver cómo es la presión y la fuerza de los hechos la que arranca conquistas para estos desalmados presididos por un individuo que considera bestias a los que no son catalanes y no piensan como él. Ese supremacismo, ese racismo y xenofobia del presidente de la Generalidad es insultante para cualquier español, viva donde viva, y exacerba lógicamente a los ciudadanos de toda España. La crisis catalana ha debido influir de manera decisiva en la pérdida del gobierno andaluz de Susana Díaz.

Ante este cúmulo de despropósitos gubernamentales -también del Gobierno anterior pero en este aumentados-, solo cabe otra presión de distinto signo, la de los ciudadanos españoles y las fuerzas constitucionalistas para que el Gobierno convoque elecciones y en éstas los partidos defensores de la unidad de España incluyan en sus programas las medidas políticas necesarias para aplicar la ley en toda su plenitud en Cataluña, desde el artículo 155 a otros más contundentes que la propia Constitución recoge. Todo lo que no sea enfrentarse legalmente a estos enemigos de España es esperar a que ellos rompan nuestra historia y nuestro futuro.

Deja un comentario

El email no será público.