El PP diseñó en 2017 unas primarias recortadas que va a celebrar ahora. Pero no es el PSOE. Nada que ver con aquello de un afiliado un voto. Y es que se cambia de cuerpo electoral en la segunda vuelta, que se puede encargar de corregir la primera, en la que sí votan, o pueden hacerlo, todos los inscritos; la segunda vuelta es de los compromisarios, enfeudados con el poder de las distintas organizaciones territoriales.
Ya funcionó el dedazo de Aznar al elegir en su cuaderno azul a Rajoy. Ahora se alambica un poco más el proceso. En el fondo, el PP es más una familia que un partido político. Si hasta Ciudadanos quiso convertir a la democracia interna al PP y no pudo. Cassá se lo dijo a De la Torre y éste se lo dijo a Madrid y no hubo nada
El 5 de julio se experimentará este sistema a doble vuelta y se pasará de siete candidatos a un máximo de dos, pero puede ser que el candidato a presidente no sea el que tiene más votos ese día, para eso están los compromisarios el 21 de julio, que podrían investir al que quedara segundo. Ganas de complicarse la vida. Franco también tenía su democracia, la orgánica, claro. Ahora bien, si el 5 de julio un precandidato logra más del 50 por ciento de los votos, una diferencia de 15 puntos sobre el segundo, o es el más votado en la mitad de las circunscripciones pues… será candidato único. Solo que… el listón se pone muy alto y, además, de los 3.134 compromisarios 522 son natos -todos los miembros de la Junta Directiva Nacional y 10 de la comisión organizadora- y 2.612 se elegirán el mismo 5 de julio repartidos por las distintas comunidades según el censo de los afiliados. ¿Cuál creen ustedes que es el miedo a que los afiliados se expresen sin compromisarios?