Tal día como hoy de 1888,  una tormenta de nieve sin precedentes, que ha pasado a la historia como «la gran ventisca» o «la gran tormenta de nieve», arrasó gran parte de la costa noreste de los EEUU. Se vieron afectados los estados de Nueva Jersey, Massachusetts, Rhode Island, Connecticut y sobre todo, Nueva York.

Nada hacía presagiar que el día 11 de marzo iba a comenzar un temporal de nieve que rompería todos los registros hasta la fecha. Días antes, un tiempo primaveral se había apoderado de la ciudad de los rascacielos, de esta manera la gran tormenta blanca pilló desprevenidos a la ciudadanía y a las propias autoridades.

De pronto, las temperaturas descendieron bruscamente y los vientos alcanzaron los 128 kilómetros por hora. Treinta y seis horas después, la nieve llegó a alcanzar el 1,50 de altura.

El paso de la tormenta fue brutal. Edificios derrumbados, barcos hundidos en el puerto, pueblos y ciudades incomunicados y más de 400 fallecidos, 200 en la «gran manzana». Los daños económicos se estimaron en 25 millones de dólares.

Las infraestructuras de comunicaciones, al no estar soterradas, quedaron inutilizadas. Aquello sirvió para que la prensa y las autoridades neoyorquinas comenzaran una campaña promoviendo el soterramiento del cableado eléctrico y de comunicaciones, así como  la construcción de una red de metro, como así sucedió, que evitase el colapso de la ciudad en el caso de grandes y graves inclemencias meteorológicas.