Efemérides 13 de mayo. Tres disparos no pueden con San Juan Pablo II - El Sol Digital

Efemérides 13 de mayo. Tres disparos no pueden con San Juan Pablo II

Miércoles, diecisiete horas y diecisiete minutos de tal día como hoy de 1981. El eco de tres disparos resonaban en la plaza de San Pablo del Vaticano y en alma de la cristiandad. El autor de los mismos es el enigmático Mehmet Ali Agca, un joven turco de 23 años, miembro del grupo extremista los Lobos Grises. El destinatario no es otro que el Papa Juan Pablo II, que a bordo de un jeep blanco descubierto es herido de extrema gravedad en el abdomen, el brazo derecho y la mano izquierda. Conducido de urgencia al Hospital Gemelli, le extrajeron un proyectil del intestino. El Santo Padre había salvado la vida. Aunque parezca sobrenatural, una de las balas recorrió en “zig zag” el abdomen del pontífice, saliendo de la pelvis, pero sin tocar ningún órgano importante.

Muchos años después, en 2006, Benedicto XVI, durante un ángelus dominical, comentó que el Papa Wojtyla “sintió haber sido milagrosamente salvado de la muerte gracias a la intervención de una mano maternal». Durante los meses de convalecencia, San Juan Pablo II estudió al detalle las apariciones de Fátima y al año del atentado viajó por primera vez a su Santuario en Portugal para «agradecer a la Virgen su intervención para la salvación de mi vida y el restablecimiento de mi salud».

La expectación el día de la fumata blanca, 18 de octubre de 1978, acompañó siempre las intervenciones públicas y privadas del primer Papa no italiano desde 1523 y el número 264 de la Iglesia Católica. Así, en las Navidades de 1983, visitó en la cárcel romana al hombre que le quiso matar. Al salir de la celda, donde conversaron durante 20 minutos, el Papa declara que lo que habían hablado “es un secreto entre nosotros; solo puedo decir que es un hermano a quien he perdonado”. Distintas investigaciones sobre el atentado, alertaron de la llamada «pista búlgara», que parecía sugerir la complicidad de los servicios secretos de búlgaros y de la Unión Soviética, proclives a dinamitar el papel de un joven y nuevo papa polaco como implacable opositor al comunismo.

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