EFEMÉRIDES 17 DE JUNIO. NURÉYEV HUYE DEL COMUNISMO AL GRITO DE "QUIERO SER LIBRE" - El Sol Digital

EFEMÉRIDES 17 DE JUNIO. NURÉYEV HUYE DEL COMUNISMO AL GRITO DE «QUIERO SER LIBRE»

Tal día como hoy de 1961, y digna de una trama de película de espías, el joven soviético Rudolf Nuréyev, bailarín principal del Ballet Kirov, consigue zafarse del personal de seguridad de la embajada de la Unión Soviética en París y, tras saltar una barandilla de protección, solicita asilo político en Francia, en las dependencias del aeropuerto parisino de Le Bourget.

En teoría, Nuréyev y sus compañeros de ballet, que se encontraban de gira, se dirigían a Londres. En el último momento, el personal de seguridad ruso le comunica que, en lugar de ir a Londres como el resto de la comitiva, debería regresar a Moscú a dar explicaciones. Cuando lo escoltaban por la terminal para coger el vuelo hacia la capital rusa, decidió escaparse gritando en inglés «quiero ser libre».

Su dramática deserción ponía en evidencia el totalitarismo comunista que se vivía en la antigua Unión Soviética y convertía al bailarín en una celebridad en  occidente. Fue juzgado en su país de origen en ausencia y condenado a siete años de cárcel por alta traición.

El talento innato de Nuréyev era incuestionable, pero también su rebeldía y carácter indómito, algo difícil de barajar en la Unión Soviética de la guerra fría.

En solo tres años, se convirtió en solista del Ballet Kirov. De ahí, su épica huida y deserción.

Se afincó en París, donde se convirtió en una estrella mundial de la danza y la coreografía. En 1983 fue nombrado director del Ballet de la Ópera de París. La potencia de salto unido a una exquisita sensibilidad artística lo encumbraron en el universo de la danza.

Nuréyev, de origen tártaro, había nacido en una pequeña población de los Urales. Con solo 6 años sintió la llamada de la danza después de presenciar una actuación a la que le llevó su madre. «En ese momento ya no pude pensar en otra cosa que en ser bailarín», escribiría en su autobiografía.

En 1987, pudo volver a Rusia a visitar a su madre enferma. Rudolf Nuréyev, considerado por los especialistas como el mejor bailarín clásico de todos los tiempos, fallecía de sida en 1993.

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