Tal día como hoy de 1997, Pol Pot, el líder de Jemeres Rojos, cuyo inclasificable régimen comunista (1975-1979) causó la muerte de un tercio (2 millones) de la población de Camboya, se rendía en una remota base de la selva en el norte del país asiático. Pol Pot, cuyo nombre real era Saloth Sar, llevaba sin ser visto en público más de 17 años, poco después de caer su genocida régimen.

Harto complicado sería definir el demencial ideario político que Pol Pot y sus correligionarios  experimentaron en Camboya. En una monstruosa combinación de comunismo de corte maoísta, nacionalismo antiimperialista y agrarismo a ultranza, su esquema mental pivotaba en un odio profundo hacia las clases pudientes y hacia los habitantes de las ciudades, a su entender, la cuna de todos los males que afectaban al país.

Su visión extrema acabó en el delirio de querer fundar una sociedad nueva totalmente agraria y colectivizada. Para empezar, le cambió el nombre al país, se llamaría Kampuchea. Deportó a miles de camboyanos de las ciudades a áreas rurales, siendo forzados a trabajar la tierra. Era la manera que tenía de alejar al pueblo de la «corrupción urbana» y extranjerizante.

En esa campaña consiguió que Phnom Penh, capital camboyana, disminuyera de 700 mil hasta 300 mil habitantes.

Su grotesca e infernal mente llegó hasta el paroxismo con medidas como las siguientes: quema masiva de bibliotecas, fábricas y cualquier vehículo con motor, prohibición de medicinas a los ciudadanos, asesinato a toda persona que llevase gafas, abolición de la identidad personal, ejecución sumaria de todo aquel que supiera un segundo idioma, desaparición de la moneda y el mercado, prohibición de todas las religiones, supresión de la propiedad privada, siendo incluso la ropa propiedad del Estado. Instituyeron un sádico programa oficial de torturas, donde niños y adolescentes eran los torturadores. En el campo de Toul Sleng, centro base de aquel holocausto, fueron asesinadas más de 20.000 personas. Tan sólo siete pudieron salir con vida de aquel campo de exterminio. Llegaron a establecer un cálculo de la cantidad de orina –dos litros- que debía producir cada camboyano.

En los 44 meses que estuvieron en el poder sembraron la frontera con Tailandia con 10 millones de minas antipersona.