Tal día como hoy de 1369, era asesinado en Montiel (Ciudad Real)  Pedro I de Castilla, apodado «el Cruel». Acabó con su vida su medio hermano Enrique de Trastámara, clavándole un puñal en una pelea cuerpo a cuerpo. Tuvo ayuda del francés Bertrand du Guesclin, que agarró al rey Pedro mientras que Enrique daba la puñalada mortal. En la refriega dicen que pronunció la frase «ni quito ni pongo rey, sino ayudo a mi señor».

Con la muerte Pedro I, para unos historiadores «el justiciero» y para otros «el cruel» o «el vengativo»,  se ponía punto final a la dinastía de Borgoña que había reinado durante más de dos siglos. Por el contrario, se iniciaba la dinastía de los Trastámara.

Pedro nació en 1334 en Burgos. Hijo del monarca Alfonso XI y María de Portugal, heredó el trono a la muerte de su padre (1350), víctima de la peste negra.

Su reinado fue convulso y en posición de cierta debilidad en relación a distintas facciones nobiliarias, encabezadas por su medio hermano Enrique, hijo bastardo que Alfonso XI había tenido con Leonor de Guzmán.

En este escenario se inició una guerra civil entre el poder real de Pedro I y los seguidores de Enrique de Trastámara. El conflicto se extendió a Europa, dentro del contexto de la «Guerra de los 100 años». Inglaterra, con el Príncipe Negro a la cabeza, apoyaba a Pedro I. Francia, deseaba en el trono castellano a un monarca como  Enrique,  proclive a emplear la flota castellana en su guerra contra Inglaterra. Para ello, enviaron a la  Península a las Compañías Blancas, cuerpos mercenarios capitaneados por Bertrand Du Guesclin.

En la tienda de campaña de éste último, y mientras se negociaba una tregua entre ambos, Enrique asesina al rey y encumbra a los Trastámara a la cúspide de Castilla. Enrique de Trastámara se convierte en Enrique II de Castilla.

Un siglo después, un matrimonio Trastámara, los Reyes Católicos, se convertirán por derecho propio en la unión más poderosa del mundo.