Tal día como hoy de 1859, se iniciaba la construcción del Canal de Suez, una de las obras de ingeniería civil más trascendentales de la historia. Más de 17 millones de libras esterlinas fue el costo de unir desde el mar a Europa y Asia.
Un millón y medio de obreros, dirigidos por el ingeniero Fernando Lesseps, trabajaron en la construcción del canal, que acortaba 8.000 km la navegación en torno a África y suponía un antes y un después en las relaciones comerciales de medio mundo.
El proyecto se encontró con numerosos obstáculos tanto de política internacional (Gran Bretaña se oponía) como económicos y locales. En 1854, después de arduas negociaciones, Lesseps obtuvo el permiso de los gobernantes egipcios para crear una compañía que construyera un canal abierto a la navegación internacional. Egipto cedería su explotación durante 99 años y en ese tiempo percibiría un 15 por ciento de los ingresos; los accionistas fundadores ganarían un 10 por ciento y los accionistas comunes, un 15. El 60 por ciento restante lo percibiría la empresa explotadora como gastos de mantenimiento.
Se creó la Compagnie Universelle du Canal Maritime de Suez (1858), con sede en París.
Los anuncios en la prensa y los artículos elogiosos sobre el proyecto hicieron su efecto. El capital de salida, 400.000 acciones de 500 francos, se cubrió enseguida en distintos países de Europa.
En la construcción fallecieron entre 30.000 (cifras oficiales) a 100.000 obreros (cifras del gobierno egipcio).
En noviembre de 1859, las obras del canal finalizaban. Eugenia de Montijo, emperatriz francesa natural de Granada, esposa de Napoleón III, lo inauguraba oficialmente en Alejandría (Egipto). Después se ofreció un banquete memorable repleto de personalidades y dignatarios. La apoteosis final la puso el compositor Giuseppe Verdi, que compuso la ópera Aída, de temática egipcia, especialmente para la ocasión.