Con solo 26 años, la granadina Mariana Pineda, iba a pasar a la historia como una de las luchadoras por la libertad más significativas de la historia de España.
Su epílogo vital ocurrió tal día como hoy de 1831. Brillaba el sol en el Campo del Triunfo de la ciudad de la Alhambra. Mariana Pineda, con paso firme, subió al cadalso para ser ejecutada por garrote vil. En el imaginario colectivo impera la idea que había sido condenada sólo por tener una bandera revolucionaria a medio bordar. Siendo esto cierto, también es verdad que su casa estaba vigilada debido a que Pineda había participado en la preparación de la fuga de un preso político liberal condenado a muerte: Fernando Álvarez de Sotomayor, que logró escapar de la cárcel disfrazado de fraile y huyó a Gibraltar. Este hecho volvió iracundo a Ramón Pedrosa, de la Real Chancillería, que tenía a Mariana Pineda entre ceja y ceja, como liberal y como mujer a la que deseaba.
Era la España del liberalismo frente al absolutismo. Fernando VII se resistía a los avances políticos y sociales que se extendían por Europa y por España. Tras la Guerra de Independencia anuló la Constitución de 1812, y durante años, salvo el Trienio liberal (1820-1823), mantendría un sistema absolutista impuesto con la sangre y el miedo.
En ese contexto se desenvolvió Mariana Pineda, que a pesar de su juventud y su condición de viuda, era una aguerrida activista liberal. Era de dominio público que acogía en su casa a todo aquel disidente de la política autocrática del rey. Cuando la detuvieron, el interrogatorio fue feroz. Le hubiera salvado la vida haber delatado a algún compañero, pero su convicción liberal era mayor. Hasta última hora, el indulto real dependió de su confesión. No pudo ser. «Nunca una palabra indiscreta escapará de mis labios«, dijo la heroína. Su lealtad se transformó en leyenda.
Casi 100 años después, otro granadino universal, Federico García Lorca, la hizo inmortal con su obra de teatro «Mariana Pineda».
Hoy, un monumento novecentista en su memoria se asienta en el centro de Granada. En su pedestal se lee: «A las víctimas sacrificadas por la libertad de la patria».