Tal día como hoy del año 2007, desaparecía en un resort del Algarve (Portugal) la niña británica Madeleine McCann, convirtiéndose en la desaparición más enigmática, inquietante y mediática del siglo XXI. Desde el principio corrieron ríos de tinta en los tabloides ingleses tratando de buscar una explicación fiable.

El relato de los hechos se inicia una noche en la que dejan a la pequeña Maddie con sus dos hermanos mellizos durmiendo solos, mientras sus padres iban a cenar con unos amigos a unos 50 metros dentro del mismo resort. A la vuelta, con la ventana de par en par, la niña ya no estaba. En su lugar se encontraba su inseparable peluche. Nunca más ha vuelto a ser vista. Como si se la hubiera tragado la tierra. Desde entonces, cientos de teorías y culpables de todo pelaje han ido apareciendo, aunque nunca se ha logrado explicar qué ocurrió realmente aquella fatídica noche en el sur de Portugal.

Sus padres llegaron a ser declarados oficialmente sospechosos por la policía portuguesa, pero la acusación se retiró por la presión diplomática.

En las últimas fechas la sombra de un pedófilo alemán ha cobrado fuerza entre decenas de hipótesis a cual más espeluznante. Se trata de Christian Brueckner, un delincuente sexual con cargos por diferentes delitos. Cuando «Maddie» desapareció, el acusado se encontraba viviendo en una caravana a pocos kilómetros de donde se hospedaba la familia MacCann. Actualmente, es el único imputado del caso. En 2017, Brueckner le confesó a un amigo que sabía “todo lo que ocurrió con Maddie”, en ese momento la televisión emitía un especial por el décimo aniversario del caso.

El tiempo transcurrido se traduce en que las posibilidades de que la pequeña siga viva son prácticamente nulas. Aún así, tanto los padres, como la policía inglesa mantienen la investigación como un caso de «persona desaparecida» ya que no tiene las «pruebas suficientes» para asegurar su fallecimiento. Madeleine McCann: caso abierto.