Tal día como hoy de 1993, Mónica Seles, tenista nacida en Yugoslavia (Novi Sad, Serbia), era apuñalada por la espalda por un seguidor fanático de su rival Steffi Graff.
Todo sucedió durante un partido del Torneo de Hamburgo. Seles, de 19 años y número uno del mundo, jugaba contra la búlgara Maleeva. Entre punto y punto, cuando la yugoslava descansaba sobre la silla antes de reanudar el partido, el agresor, un alemán de 38 años llamado Günter Parche, saltó entre el público y clavó a la tenista un cuchillo en la espalda, que caía desplomada sobre la tierra batida. En ese momento la historia del tenis daba un giro de 180 grados. Del agresor declaró Martina Navratilova, «no tengo dudas de que este tipo modificó la historia del tenis».
Dos años antes, Mónica Seles se había convertido en la aparición más fulgurante de la historia del tenis femenino. Lo tenía todo para triunfar y estaba triunfando. Fuerza, técnica, una zurda brutal, concentración y velocidad de piernas. Con solo 17 años, había desplazado del cetro mundial del tenis a su némesis Steffi Graff. Con 19 años ya había ganado 8 Grand Slam: Roland Garros en 1990, 1991 y 1992; el Abierto de Australia en 1991, 1992 y 1993; y el US Open en 1991 y 1992.
Tres de aquellas finales se las había arrebatado a la propia Graff. A su edad llevaba nada más y nada menos que 178 semanas al frente del ranking mundial de la WTA y 32 torneos del circuito ganados. Nunca una tenista tan joven había ganado tanto. Era imparable.
Después de escapar de la muerte nada fue igual. Reapareció con angustia y problemas de peso. Gracias a su inmensa calidad ganó otro Grand Slam, el Abierto de Australia de 1996.
Lo peor estaba por llegar. Por un lado, el presidente de la WTA se reunió con 17 de las 25 mejores jugadoras del mundo para solicitarles que hicieran una votación y definieran si el ranking de la yugoslava debía congelarse mientras atravesaba la etapa de rehabilitación. Todas, salvo Gabriela Sabatini, votaron en contra de Seles, incluida Steffi Graff. Y por otro, el agresor que arruinó su carrera, fue declarado culpable pero no ingresó en prisión.