Tal día como hoy de 1968, el reverendo y activista por los derechos civiles de los afroamericanos Martin Luther King, era abatido de un disparo en la mandíbula cuando se encontraba en un balcón de un motel de Memphis (Tennessee).

Desde 1955, Luther King lideró la lucha contra la segregación racial.

Su momento de gloria llegó el 29 de agosto de 1963, cuando pronunció su celebérrimo discurso «I have a dream». Lo hizo en el Lincoln Memorial de Washington D.C, ante una multitud de más de 250.000 personas que atentamente escucharon: «Tengo un sueño… Mi sueño es que un día esta nación resurja y viva según el verdadero sentido de su credo…».Uno año después, le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz.

No hay duda, que estaba en el punto de mira de distintos radicales y grupos racistas estadounidenses. Posteriormente, también se conoció que fue espiado por el FBI por orden de J. Edgar Hoover. No obstante, su asesinato sigue rodeado de un halo de misterio. Tanto es así que la familia de Luther King creerá la versión del presunto asesino e incluso lo ayudaron judicialmente para demostrar que la trama del asesinato se debió a una conspiración. Pero, ¿quién disparó presuntamente contra el reverendo? Su nombre era James Earl Ray. Era un delincuente común que el día del asesinato llevaba meses desaparecido. Lo declaran sospechoso y se da a la fuga, siendo capturado en el aeropuerto de Londres.

Se declaró culpable y evitó la silla eléctrica a cambio de una condena de 99 años. Se retractó a los pocos días y dedicó los últimos treinta años de su vida, con el apoyo de la familia Luther King, a proclamar su inocencia y exigir un juicio.

En 1997, Loyd Jowers, propietario de un restaurante cercano al motel en el que King fue asesinado, declaró que él había contratado a alguien para matar al pastor, por encargo de un mafioso local en una operación con «agentes gubernamentales».

¿Pudo un delincuente de poca monta asesinar a King?