Tal día como hoy de 1989, el Ejército Popular de China aplastaba a la oposición estudiantil que reclamaba reformas, libertad y democracia. El nombre del lugar donde sucedieron los hechos ha pasado a la historia negra del totalitarismo comunista: la plaza de Tiananmenn (Pekín).
El origen de las manifestaciones se producen a raíz de la muerte de Hu Yaobang. Había sido secretario general del Comité Central del Partido Comunista Chino hasta su destitución en 1987. Tenía un perfil reformista y relativamente liberal, algo alejado de los modos de la gerontocracia dominante. A su sepelio, el 15 de abril, acudieron más de 200.000 personas, muchas de ellos estudiantes que mes y medio después, protagonizaron la «primavera de Pekín» en Tiananmenn.
Aquellos jóvenes se fueron situando de manera pacífica en la inmensa explanada de la plaza, y a finales de mayo erigieron una estatua, que llamaron la «Diosa de la democracia». La colocaron en la entrada de la Ciudad Prohibida, justo enfrente del retrato de Mao Tse-Tung. Aquel acto representaba una provocación a ojos de los líderes de la férrea dictadura china. Poco a poco, cerca de un millón estudiantes se hacen con el control total de la plaza, bloqueando su entrada. La tensión se eleva y el ejército decide disolver por aplastamiento a los jóvenes estudiantes. A las pocas horas, se contarán por miles los muertos y desaparecidos por la represión. Entre ellos el icono de aquella revuelta, el pequeño hombre con pantalón oscuro, camisa blanca y bolsas en la mano, retando con su mera presencia a un convoy de carros de combate. Las imágenes capturadas por el fotógrafo Charlie Cole forman parte de las instantáneas más impresionantes del último tercio del siglo XX. Igualmente, los arrestados se multiplicaron aquellas semanas, llenando las cárceles de disidentes políticos.
El hermetismo del gobierno comunista chino puso un velo de silencio sobre esos acontecimientos, considerando tabú hablar de ellos hasta el día de hoy.