La conversión al catolicismo del rey visigodo Recaredo es una de las fechas históricas del calendario hispano, y su legado, de una manera u otra, ha marcado la pauta de futuros acontecimientos del solar patrio. Como expresó San Isidoro de Sevilla del propio Recaredo: «estaba dotado de un gran respeto a la religión y era muy distinto de su padre (Leovigildo) en costumbres, pues el padre era irreligioso y muy inclinado a la guerra; él era piadoso por la fe y preclaro por la paz»
Recaredo, fue el monarca que consiguió la unidad religiosa de reino visigodo, cuya capital era Toledo. Abjuró del arrianismo, credo tradicional de los de su estirpe, y convirtió al catolicismo en la religión oficial de sus dominios, sentando las bases de la futura relación Iglesia-Estado, imperante muchos siglos en España. Tan importante fue el factor religioso en aquella época, que ocho siglos de paréntesis árabe, no fue suficiente para desvanecer el recuerdo del mensaje de Cristo y de las instituciones civiles, militares y religiosas en la otrora Hispania. Aunque en aquella época, España no existía tal y como conocemos ahora, el reino visigodo se extendía por casi toda la península ibérica.
El pueblo llano era católico, mientras la clase dominante visigoda profesaba el arrianismo, lo que dificultaba la unidad social del reino. Sin duda, la influencia de San Leandro, arzobispo de Sevilla, fue decisiva, y Recaredo abrazó la fe católica en marzo del 587. Dos años después, tal día como hoy del año 589, lo hacía oficial durante el III Concilio de Toledo, celebrado en la basílica de Santa Leocadia.
La representación artística de esta fecha clave para entender la historia de España, nos la dio el pintor Antonio Muñoz Degrain que en 1888 pintó «La Conversión de Recaredo», un extraordinario cuadro que se conserva en el edificio del Senado, en Madrid.