La pequeña localidad de Lídice (Checoslovaquia, hoy República Checa) pasaba sin solución de continuidad, al universo de horrores del nacionalsocialismo. En primer lugar, pongamos en antecedentes el contexto de aquella barbarie.
Poco antes de la conflagración mundial, Checoslovaquia se había convertido en una de las primeras víctimas del expansionismo nazi, cuando el 15 de marzo de 1939 las tropas alemanas ocuparon Bohemia y Moravia. Eslovaquia, la parte oriental, proclamó su Estado independiente, quedando Checoslovaquia desmembrada y sometida a Hitler. Al final de la guerra, 335.000 ciudadanos checos perecieron en campos de exterminio, de los cuales 272.000 eran judíos.
No obstante, hubo importantes focos de resistencia contra la ocupación nazi. En la llamada Operación Antropoide, el 27 de mayo de 1942, dos soldados checos, Josef Opálk y Jan Kubis, integrados en una misión de alta inteligencia militar en Praga, acababan con la vida de Reinhard Heydrich, jerarca nazi en Checoslovaquia y hombre de máxima confianza de Hitler. Heydrich se había ganado el apodo del “Carnicero de Praga” o la “Bestia rubia”, y era conocido como uno de los criminales más abyectos y eficaces del III Reich.
La reacción de Adolf Hitler fue brutal, y la represalia no se hizo esperar. Exigió a sus generales que Lícide, la población checa que había acogido a los miembros de la resistencia fuera arrasada en los siguientes términos:
«Todo hombre mayor de 15 años deberá morir. Todas las mujeres deberán ser llevadas a los campos de concentración. Seleccionar a los niños para ser reeducados y la villa deberá ser destruida y desaparecer de la tierra».
Así fue como, tal día como hoy de 1942, fueron ejecutados y arrojados a una fosa común 199 hombres de Lícide. Las mujeres son torturadas, y 106 niños, que no cumplen los criterios raciales para ser germanizados, son enviados al campo de concentración de Chelmno, de los cuales 81 serán asesinados. El ejército alemán dinamitará todos los edificios y destruirá el cementerio. Quemarán Lídice de punta a punta y pasarán sobre ella con máquinas para allanar los escombros.
En la actualidad, en el lugar donde se encontraba Lícide sólo existe un conmovedor monumento símbolo de aquella atrocidad y contra el totalitarismo.
A pesar de ser completamente destruida, en 1949 Lícide se reconstruyó en un área contigua a la original.