Rogelio Alonso, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos, el 19 de mayo pasado en El Mundo: “Como apunta David Omand, exdirector del servicio de espionaje británico GCHQ, el espía debe mantener unos códigos éticos, una brújula moral en sus éxitos y fracasos. Para transferirle la culpa, el Gobierno exoneró aparentemente a Paz Esteban elogiándola. Este cinismo muestra su desprecio a la ética de los espías, la torticera instrumentalización política de información privilegiada sobre las amenazas a la seguridad nacional que incluyen a políticos que, tras violar la Constitución, chantajean al ejecutivo con su supervivencia (…). La respuesta a las escuchas legales a los independentistas y al hackeo al Gobierno, ilustra como Sánchez politiza la inteligencia para mantener su peligrosa agenda política. El interés partidista -blindar la alianza entre socialistas, comunistas y nacionalistas para evitar la alternancia gubernamental- se antepone al interés del Estado de protegerse de sus enemigos, los que tras utilizar la violencia política la legitiman en las instituciones. Los estudios sobre inteligencia definen esa politización como nociva, una forma de corrupción (…). Tras convertir el Gobierno su debilidad en la del Estado, ¿pueden nuestros aliados y el CNI confiar en quien demuestra falta de fiabilidad e incompetencia transfiriendo a la institución la culpa política de su ineptitud? (…). La actual politización de la inteligencia tiene precedentes en la negociación de Zapatero con ETA. Los análisis de inteligencia advirtieron del reforzamiento del brazo político de ETA y de la división entre los dos grandes partidos que implicaba abandonar la política antiterrorista con la que se logró su declive operativo. Los contactos de ERC con ETA desde 2001 descubiertos por el CNI coincidían con el diseño de una estrategia que Sánchez sigue: la alianza entre izquierda y nacionalismo para mantener el poder. Con ese fin, la legalización del brazo político de ETA se produjo tras otra politización de la inteligencia. Un análisis recogía las burlas de un dirigente etarra ante esa politización que permitió la fraudulenta legalización neutralizando las pruebas recabadas por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad con el CNI. Fue inmensa la decepción policial, llevando a uno de sus mandos a dirigir una carta a sus subordinados para elevar su moral. De aquellos polvos, estos lodos. Corrupción travestida de razón de Estado”.